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DOCUMENTO 1566. DE UNA COPIA. O. C. B. CARTA DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR A JOSÉ RAFAEL ARBOLEDA, FECHADA EN BOGOTÁ EL 22 DE ENERO DE 1828. MANIFESTANDO SATISFACCIÓN POR SU CONDUCTA, Y DESAGRADO ANTE LA MALA FÉ DE SANTANDER Y SUS AMIGOS.

Bogotá, 22 de Enero de 1828.

AL SEÑOR JOSÉ RAFAEL ARBOLEDA.

Mi Querido Arboleda:

No tiene Vd. idea del placer que me ha dado la carta de Vd., porque me confirma más y más en la opinión que Vd. me merece: el deseo que Vd. tenía y muestra de ir a la gran convención a arrostrarlo todo por la patria, es digno de Vd. y del mejor ciudadano del mundo. Yo que se el valor de este sacrificio, lo aprecio en lo que debo. Vd., ya conocido por sus opiniones, rico y bueno, ilustrado y firme, es una hermosa víctima que saborearían con delicia los demagogos. Sí, querido amigo, la gran convención puede ser el sepulcro de la buena causa y de los buenos ciudadanos. Esta es, por lo menos, la misión confiada a los escogidos: la mala fe los manda, y milagro será que no cumplan con la voluntad de sus comitentes.

De Pamplona a Popayán, de Bogotá a Cartagena, toda la Nueva Granada se ha confederado contra mí y ha buscado mis enemigos para que triunfen sobre mi opinión y sobre mi nombre. Santander es el ídolo de este pueblo o bien de los que representan, y, por lo menos, de los que se han arrogado el derecho de pueblo soberano. No hay un amigo mío, que yo pueda nombrar tal. elegido para diputado: algunos ciertamente me estiman, mas no son conocidos del pueblo por semejantes sentimientos. Acaso por equivocación tendremos amigos en la gran convención, o diré mejor, los diputados van mudando de ideas al acercarse a las gradas del trono de la ley: ellos ven la anarquía girando allí sobre sus cabezas y sobre la nación entera, tiemblan, pues, de sus guedejas de serpientes. ¡Ojalá no me engañen nuevamente!

He sentido tanto, tanto, tanto, que Vd. no venga, que no podré decirlo en muchas palabras; pero esta pena no es sola, está acompañada de otras muchas muy parecidas. Mis amigos han estado heridos del contagio que yo causo: son delincuentes a los ojos de los intrigantes, no merecen la confianza nacional. Paciencia y esperanza, que son los mayores antídotos del mal; aunque ni Vd. ni yo estamos buenos, y, por lo mismo, necesitamos de mejor específico para curar: así, mi máxima no vale nada.

Soy de Vd. mil veces de corazón.

BOLÍVAR.

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