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DOCUMENTO 9029 CARTA DE BOLÍVAR PARA EL GENERAL ANTONIO JOSÉ DE SUCRE, FECHADA EN HUAMACHUCO EL 7 DE MARZO DE 1824. LE TRATA LO RELATIVO A CLAVOS Y HERRADURAS, Y A LA DISIDENCIA DE OLAÑETA.*

Huamachuco, 7 de marzo de 1824.

Señor general Antonio José de Sucre.

Mi querido general:

Ahora acabo de ver el oficio de Ud. del 7 del corriente refiriéndose al del coronel Placencia sobre clavos y herraduras, y creo que para mejor inteligencia debo yo mismo escribir a Ud. Desde Otuzco le escribí a Placencia diciéndole: que los clavos que le habían dado en Trujillo no valían nada, como él lo había experimentado, cayéndose todas las herraduras en la marcha expliqué demasiado bien que los clavos no valían nada y que esperara nuevos. Ahora sale diciendo que los mismos clavos se rompen y se pierden las herraduras, como si yo no lo supiera, y como si yo no le hubiera dado a Ud. clavos buenos traídos de Trujillo para que hierren esos caballos.

Dígame Ud., querido general, si ha recibido un cajoncito de clavos de los cuales creo que hablé a Ud. y mandé que se los entregasen para que herrasen la caballería de Placencia. Con estos clavos es que se debía hacer la experiencia, y no con los viejos que ya se sabe son detestables. Me parece que he dicho a Ud. aquí, y después he mandado escribirlo y yo mismo lo he hecho, que había pedido a Trujillo cuatrocientos juegos de herraduras para la caballería de Placencia, porque yo sabía muy bien que sin estas herraduras no se podía mover este cuerpo, y por supuesto, repito la noticia de que espero las herraduras y los clavos.

Me parece muy bien que se hierren los caballos de pies y manos, y también me parece indispensable que se manden a herrar algunos caballos con clavos que se dieron aquí, para ver si se rompen o no los clavos. Ud. me pide de los clavos que están haciendo aquí, los que no alcanzan, porque se han mandado 2.000 a nuestros Granaderos que están en Caraz, y los restantes son para nuestros Húsares y de todo el hierro que había, no habrá más que quintal y medio. Por lo mismo que yo sabía que en Cajamarca no habían de hacer cosa buena, le dije a Ud. que mandase a buscar hierro de Vizcaya, para que en Cajatambo se construyesen los clavos por el modelo que se ha dado, y que es como sigue:

1°-. Para las herraduras españolas los clavos deben tener, fuera de la cabeza, dos pulgadas por lo menos clavando en la herradura; la cabeza debe ser muy fuerte para que sufra en lugar de la herradura todo el uso exterior que como más elevada debe chocar con las piedras y el terreno.

2°-. Para las herraduras inglesas deben tener los clavos dos pulgadas, pero más finos en todo, para que queden embutidas la mayor parte de las cabezas adentro de la herradura, en una pequeña canal que tiene esta herradura. Deben ser de hierro dulce de Vizcaya y para experimentarlo deben torcerlo y doblarlo, pues, si se quiebra no vale nada.

Tenga Ud. la bondad de mandar buscar el hierro de Vizcaya que se ha mandado buscar a Cajamarca, para que se pongan a trabajar inmediatamente en Cajatambo a todos los herreros que se encuentren en el país de un extremo a otro, teniendo con anticipación preparadas las fraguas, carbón y el local, a fin de que no haya retardo alguno, y las mismas órdenes que vuelvan a Cajamarca para que se hagan herraduras de hierro de Suecia que ha ido, y las manden al Cuartel General, conforme se vayan haciendo. De otro modo no se hierran jamás estos caballos, y, por supuesto, jamás marcharán. Todos los clavos que trajo Pla-cencia de Trujillo recójalos Ud. con los de Cajamarca, si son malos.

Repito que deseo saber si los clavos que le mandaron entregar aquí los recibió Ud., también repito que deseo saber si los que tiene allá son malos.

Diré a Ud. de paso, para su inteligencia, que en Trujillo no hacen cosa buena, y que dudo que vengan las herraduras que he pedido, pues hace un siglo que he pedido otras muchas más y nada ha venido. De enfadado he quitado a Heres y he puesto al coronel Pérez de Prefecto, el que tampoco es muy activo, pero en fin, es un hombre que hará lo que yo le mande.

En fin, si no nos empeñamos mucho, ni los Húsares, ni los escuadrones del Perú saldrán en un mes. Estos Húsares no tienen ni clavos ni herraduras para hacer uno y otro.

Anoche he recibido diferentes noticias sobre Olañeta [1] , y todas con-cuerdan en que está peleando con los señores godos, y también dicen que ha derrotado a Carratalá y se lo ha llevado prisionero, y que está en el Desaguadero: últimamente se aseguró como muy cierto que ha tomado el partido de la Independencia. Esta noticia viene confirmada por diferentes conductos, y yo no estoy lejos de creerla en su totalidad, porque lo contrario es lo que está fuera del orden de la naturaleza de las cosas. Me parece muy natural que Olañeta tome su partido con nosotros, no esperando nada bueno de sus enemigos personales, y sabiendo además que de España, nada debe esperarse de bueno. El debe saber que más segura tiene su suerte con nosotros que con los españoles liberales, compañeros de La Serna. Por todas razones yo me estoy apurando para marchar adelante a aprovecharme de la disensión de Olañeta y echar a Canterac del Valle de Jauja, y por lo mismo, Ud. debe redoblar su actividad.

Soy de Ud. mí querido general, amigo de corazón,

BOLÍVAR

* De un impreso moderno: Memorias del General O’Leary, Tomo XXIX, pp. 448-451.

Notas

[1] Se trata del general Pedro de Olañeta, del ejército realista.

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