DOCUMENTO 6358 DECRETO MARGINAL DE BOLÍVAR, FECHADO EN ROSARIO DE CÚCUTA EL 6 DE OCTUBRE DE 1821, POR EL CUAL LE CONCEDE EL GRADO DE TENIENTE CORONEL VIVO Y EFECTIVO AL CAPITÁN MANUEL ANTONIO PIZARRO.*

Sección
19) Período (01SEP AL 31DIC 1821) Correspondencia Oficial

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Descripción:
Excmo. Señor:

El Capitán Manuel Antonio Pizarro, es uno de los honrados valientes defensores de la Patria que desde el año de diez ha peleado contra los enemigos de la causa en el Sur. El supo distinguirse en las brillantes acciones de Palacé, Juanambú, Tacines, Iscuandé [ 1 ] en la costa del Pacífico, y acaso a él solo, y a la artillería que gobernaba, y por sí mismo dirigía, se debió la completa destrucción del Ejército que invadió hasta las llanuras del Palo, en la provincia del Cauca, mandado por el español Aparicio Vidaurrazaga el año de quince.

Este fue uno de los oficiales a quien más persiguió el sanguinario Don Juan Sámano; y seguramente habría sido víctima de su furor, si apresado el año de diez y seis, y juzgado por los jefes del Ejército Expedicionario, la Providencia no le hubiese librado, por uno de aquellos medios raros, que más exaltaban y hacían más acreedores del suplicio a los valientes hijos de Colombia. El tuvo carácter y valor para presentarse delante de sus Jefes tal como había sido, y un rasgo de firmeza no común ganó la consideración, por esta sola vez, del cruel don Carlos Tolrá y su Consejo de Guerra para perdonarle la vida y agregarlo en calidad de músico mayor al primer Batallón de Numancia; en cuyo destino permaneció hasta la memorable campaña de Boyacá.

El Excmo. Señor Libertador lo destinó de primer Capitán en el Batallón de Neiva [ 2 ], organizado con el objeto de marchar contra la fuerza española que ocupaba a Popayán y hostilizaba todo el territorio del Cauca; y aquí es donde Pizarro ha dado las últimas pruebas de su valor y honradez. Notorio es, y consta de parte oficial, que habiéndose situado el Ejército que mandaba el General Manuel Valdés [ 3 ] en el pueblo de Pitayó [ 4 ] , después de haber sufrido todas las incomodidades del tránsito por el páramo, se hallaba en circunstancias bien tristes cuando el Batallón de la Columna en número de ochocientas a mil plazas trató de sorprenderlo y destruirlo; y que en un momento tan apurado el Capitán Pizarro con poco más de su compañía, contuvo y rechazó esa fuerza formidable; llegando hasta el extremo de sufrir dos balazos y no querer retirarse, sin embargo de que el señor Manrique, Jefe del Estado Mayor, quiso que lo hiciera, viéndole ya casi desmayado; porque su empeño sólo era libertar con su vida la de sus compañeros de armas, dando lugar a que el Ejército se formase y pusiese en estado de resistir al enemigo.

Casi todos los oficiales del Ejército le han asegurado que jamás vieron a un joven militar con tanto espíritu y valor en momentos tan apurados. Pizarro gritaba a sus soldados: ¡vengad, hijos, la sangre de vuestro capitán!; y este esfuerzo tan heroico lo hizo triunfar de sus enemigos, libertando, puedo decirlo así, por esta vez, a los pueblos que quedaban en la Nueva Granada de las miras que dirigían al Coronel Calzada.

El General Valdés, en el parte que dio al Supremo Gobierno y corre en los papeles públicos, supo hacer honor y justicia al Capitán Pizarro; y yo con cuánto interés lo he recomendado al Excmo. Señor Vicepresidente Francisco de Paula Santander, haciéndole presente que sólo a Pizarro se le debió el triunfo de Pitayó; y así es que bien satisfecho dicho señor Vicepresidente de todo el mérito de este oficial, y de la miserable situación a que estaba reducido en el pueblo de Llanogrande, inmediatamente dio orden para que el Gobernador del Cauca lo socorriese con doscientos pesos, como estoy cierto se ha verificado.

Yo sé también que si las necesidades de la República no fueran tan urgentes, el señor Santander, que por su integridad y justificación conoce el esclarecido mérito de Pizarro, lo habría llenado de la beneficencia a que él se ha hecho acreedor; pero en el orden nuevo de cosas en que nos hallamos, yo debo no sólo por las relaciones de parentesco que me ligan con dicho Capitán, sino también por el interés que tengo en que se premie la virtud y mérito de los verdaderos militares, manifestar a V.E. que después del triunfo de Pitayó los buenos amigos y parientes de Pizarro lo auxiliaron y sostuvieron en su penosa grave enfermedad, quedando como inhábil en aquel pueblo, sin contar con los debidos recursos de su destino.

Es cierto que mereció el grado de Teniente Coronel, pero si yo he de hablar la verdad, con sola esta distinción no le premia la República sus servicios en la miserable situación a que está reducido. El ha perdido la propiedad pingüe que lo mantenía y ayudaba para sostener su noble familia; porque sus bienes han sido presa de los enemigos: él ya no puede dedicarse a otros trabajos, porque habiendo perdido el brazo derecho, apenas podrá ser útil de algún modo en su carrera; y él no la abandonará en los casos en que la Patria lo necesite; entre tanto, la justicia clama en su favor, y a su nombre yo la reclamo delante de V.E., pidiendo se sirva declararlo meritorio a obtener el ascenso de Teniente Coronel efectivo, para que por ahora con el medio sueldo pueda mantenerse con decencia y aliviar en algo su familia, o que en razón del mérito que ha contraído, y en consideración a sus necesidades, se le abone íntegro el sueldo de Capitán. V.E., respecto a Pizarro, nada hace en esta parte que no lleve la aceptación pública y sirva de un poderoso estímulo a los valientes defensores de la República; pero si aún no fuese bastante la ingenua exposición de un representante de Colombia, V.E. puede tomar previo informe del Excmo. Señor Vicepresidente de Cundinamarca, y en su consecuencia determinar.

Rosario de Cúcuta, 20 de julio de 1821.

JOAQUÍN FERNANDEZ DE SOTO.

Palacio de Gobierno de Colombia en el Rosario de Cúcuta, a 2 de agosto de 1821. — S.E. el Vicepresidente de Cundinamarca informará sobre el contenido de este memorial, sin perjuicio de resolver y disponer lo que estime justo, en ejercicio de sus facultades.

(Rúbrica de Nariño) URBANEJA.

Excmo. Señor Vicepresidente de Colombia. — Ignoro cuanto se dice del Capitán con grado de Teniente Coronel Pizarro, en orden a sus servicios anteriores hasta la jornada de Pitayó; pero tampoco los pongo en duda. Recomendado este oficial por el General Valdés a consecuencia de su buen porte en Pitayó, donde asistió como Capitán, le concedí, usando de las especiales facultades del Libertador Presidente del Estado, el grado de Teniente Coronel, dejando al Jefe del Cauca el cuidado de asistirlo suficientemente en su enfermedad y de abonarle su media paga mensual. Supe después que Pizarro padecía necesidades, y le hice dar doscientos pesos de sobre-sueldo, valiéndome de la ilimitada facultad que tenía en el ramo de hacienda antes de que V.E. viniese al Gobierno y de que fuese instalado el Soberano Congreso. Este es el hecho, y diré a V.E. las razones en que me he fundado para no hacer más. Desde que obtuve la especial facultad de dar grados y empleos en el Ejército de Operaciones en Cundinamarca hasta el de Teniente Coronel inclusive, adopté una economía rigurosa en dispensarlos, tanto porque por ella únicamente debía merecer aprecio y estimación un grado militar, como porque no quería incurrir en la prodigalidad de los gobernantes de la época anterior, que nos pusieron más jefes y oficiales que cuerpos, y también porque debía recelar elevar en Cundinamarca a muchos oficiales que quizá no servirían como los que estaban en el Ejército de operaciones en Venezuela. Así fue que por la jornada de Pitayó, interesante en su línea, sólo hice dos ascensos, al Comandante García, y al Capitán Pizarro, ascensos que merecieron la aprobación de S.E. el Libertador, única autoridad que debía juzgar de mi conducta en el particular. En un sistema organizado de milicia, no se dan empleos efectivos sino en vacantes, y entonces, no sólo se consultan las hazañas de los aspirantes, sino su capacidad y aptitud, porque no es el valor la primera y única cualidad de un Jefe. No habría tenido embarazo de hacer a Pizarro Teniente Coronel efectivo si hubiera tenido vacante dónde colocarlo y si hubiera estado útil para servirlo. Mas, el actual Gobierno no ha entrado a premiar méritos antiguos; para Colombia, empezó Pizarro desde que el 21 de agosto de 1819 fue destinado a Neiva a levantar un batallón, y entonces fue de Capitán efectivo: sirvió bien en su comisión, se batió mejor en Pitayó, fue herido, ¿que más podía darle el Vicepresidente de Cundinamarca que un grado militar, y cuando no se había dado igual premio, sino solamente a otro oficial? Si por cada acción que tiene un oficial hubiera de obtener un grado, faltarían en la milicia grados para premiar a tanto oficial que está cansado de batirse en doce años de guerra. Pizarro es oficial valiente, oficial de educación, y oficial de honor, y merece ser colocado en una comandancia con empleo efectivo de Teniente Coronel; pero con certidumbre de que por ahora no la puede desempeñar. Si V.E. tiene facultades para hacerlo, yo celebraré ver satisfechos los deseos del Honorable doctor Soto, benemérito ciudadano de Colombia: yo por mí no encuentro ocasión de satisfacérselos. He cumplido con el decreto de V.E. — Bogotá, agosto 23 de 1821.

Excmo. Señor,

El General Vicepresidente,

F. DE P. SANTANDER.

Cuartel General en el Rosario de Cúcuta, octubre 6 de 1821. — Expídasele el despacho de Teniente Coronel vivo y efectivo.

BOLÍVAR

* Acotaciones Bolivarianas. Decretos Marginales del Libertador, pp. 243-247. Fundación John Boulton. Edición conmemorativa del Sesquicentenario de la Independencia. Caracas, 1960.

NOTAS

1) Iscuandé. Población del N.O. del Departamento Nariño, en Co­

lombia.
2)
Batallón de Neiva. Hoy Neiva es la ciudad capital del Departa­mento de Huila. Véanse los Vols. II, VI, VII, VIII.
3)
.Manuel Valdés. Véanse los Vols. VI, VII, IX, XI, XII, XIII, XIV,XVI, XVII, XIX.
4)
Pitayó. Páramo situado entre los departamentos del Tolima y del

Cauca en Colombia; alcanza una altitud de 3.456 metros.

Traducción