DOCUMENTO 8784 CARTA DE BOLÍVAR AL GENERAL ANTONIO JOSÉ DE SUCRE, FECHADA EN PATIVILCA EL 6 DE FEBRERO DE 1824, LE INFORMA DE LAS RELACIONES DEL GOBIERNO CON LOS REALISTAS Y DEL ANIMO DE ESTOS HACIA LOS COLOMBIANOS. SITUACIÓN MILITAR. ESPERA LA LLEGADA DE SUCRE PARA CONSULTARLO. CONSIDERACIONES SOBRE LAS POSIBLES OPERACIONES DE LOS REALISTAS*

Sección
25) Período (01ENE AL 28FEB 1824) Correspondencia Oficial

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Palabras Clave

Descripción:
Pativilca, 6 de febrero de 1824.

Al general Antonio José de Sucre.

Mi querido general:

Anoche tuve comunicaciones de Berindoaga, de regreso de su comisión cerca del enemigo. Por la copia de la conferencia con Loriga, la carta de Canterac y la misma de Berindoaga a mí, verá Vd. el espíritu de los enemigos y lo que aparentan, pues no podemos saber si lo que dicen es realidad. El hecho es que muestran gran miedo a los colombianos y que Canterac continúa con su tono altivo. No quiso ver a Berindoaga, y esto prueba que es un gran necio; lo mismo que los boletines de Camba1 prueban que el general que los permite es una bestia. Podemos pues esperar algún desatino suyo que lo pierda. Loriga y Monet trataron muy bien de oficio y de palabra a Berindoaga; y su odio contra Colombia, expresado con tanta candidez, muestra claramente el mal efecto que les hace nuestra presencia aquí. Loriga dijo a Berindoaga, como Vd. verá, que si por medio de un armisticio se negociaba el reconocimiento de la independencia en España, ellos saldrían bien de su situación. Si damos crédito a estas palabras, se debe pensar que no están muy distantes de entrar en un tratado precedido por un armisticio. En fin, veremos la respuesta de La Serna al señor Torre Tagle. También verá en la carta de Berindoaga, que los godos tratan de hacer una expedición, bien sobre Lima o bien sobre el Norte; y serán unos necios si no lo ejecutan ahora, porque después ya habrán perdido la ocasión; aunque yo creo que siempre la perderán, porque con 2.000 hombres más que nos lleguen, sean de Colombia o de Chile, ya les podemos hacer frente a todo su ejército. Yo no dudo que en todo el mes que viene nos lleguen 3 ó 4.000 hombres, de tantos que esperamos por todas partes. Mientras tanto, tomemos todas nuestras medidas de mejorar el estado y la suerte de los 8.000 colombianos y peruanos que ahora tenemos, que con cualquiera cosa más, poco tenemos que temer. Mucho deseo ver llegar a Vd. aquí para que hablemos de todo, todo, todo. Entonces yo determinaré algunas cosas capitales sobre el ejército y sobre negociaciones con el enemigo, y con el gobierno del Perú, con el que también debemos entendernos de un modo sólido y estable, porque el tal gobierno está que se deshace en las manos, y no debemos dejarlo deshacer para que sus cascos no nos rompan la cabeza. Cada vez que pienso que tenemos cerca de 10.000 hombres; que antes de cuatro meses tendremos otros tantos, que no faltan materiales en el país, y que el pueblo es patriota y se está perdiendo por falta de gobierno, me desespero y me animo a tomar un partido decisivo. Para esto espero consultar con Vd. y para esto anhelo por su llegada.

Aunque Berindoaga dice que él no cree que los enemigos nos busquen al Norte, porque ellos aparentan pensar que no los esperamos, no debemos, de ningún modo, fiarnos a esta opinión: por el contrario, siempre se debe creer lo contrario de lo que dice el enemigo, y por lo mismo, espero que Vd. tome todas sus medidas correspondientes a esta precaución, y que no deje sin efecto ninguna orden de las que le dicte su capacidad, para que esos señores no cometan alguna falta grosera durante la ausencia de Vd.; ausencia que será una especie de crisis en los negocios del ejército, porque la falta de Vd. no la reemplaza nadie en el mundo.

He recibido estados de Huaylas, y los cuerpos se aumentan pasablemente bien; pero bueno será apretar la mano en el negocio de reclutas.

Sobre el dinero de Vd. he preguntado a Heres lo que hay: aquí resolveremos juntos lo conveniente.

También será lo mismo con respecto a Borrero, que es el mentor de Soler, y si se lo quitamos se acaba de echar de barriga y no sabrá que hacerse; mientras que Vd. no necesita de hombres de cabeza, sino un plumista cualquiera que escriba lo que Vd. le dicte. Sin embargo, por dar gusto a Vd. no he resuelto nada aún.

Un millón de cosas tengo que decirle, y cuando me pongo a escribir se me olvidan.

Vd. verá el estado de las fuerzas enemigas; son las mismas que sabemos; 12 a 13.000 hombres, por consiguiente, no nos pueden buscar con más de 10.000, a menos que abandonen todo el Perú alto; lo que sería ventajoso para la expedición de Chile, que debe tocar en los puertos de Intermedios con Miller, [ 1 ] a fin de llamar la atención por aquella parte, o de obrar si no hay enemigos. A propósito, he mandado a Sarra-tea que prepare lo necesario para 6.000 hombres, y lo que falte lo llenaremos con los transportes que vienen conduciendo las tropas de Colombia. Estos 6.000 hombres deberán obrar por Intermedios con las tropas de Chile, bien al Sur, para ponerse en contacto con los guerrilleros del Río de la Plata y recibir movilidad; por supuesto, que no nos hacen ninguna falta estas tropas, porque ¿adonde vamos a poder mover 18 a 20.000 hombres por esta parte? Ya Vd. ve que este plan coincide con lo que Vd. me indica con tanto acierto como previsión. Una vez que tengamos por esta parte 12.000 hombres, lo demás puede ir al Sur.

Adiós, mi querido general. Véngase Vd. y hablaremos de todo esto y lo determinaremos como deba ser.

Soy de Vd. de todo corazón.

BOLÍVAR



* De un impreso moderno; ""Cartas del Libertador"" (Fundación V. Lecuna) Tº IV, págs. 68-70.

NOTAS

1) El general Miller, a su llegada a Lima, a principios de noviembre de 1823, fue nombrado jefe de estado mayor del ejército peruano, compuesto de los restos de las tropas que habían hecho las expediciones del Sur, pero habiéndose enfermado se embarcó en el Callao para Chile el 24 de enero de 1824. La expedición chilena, de 2.000 hombres, del coronel Benavente, se había vuelto a su país; el gobierno chileno ofreció al Libertador mandarla de nuevo, mas nunca volvió y fue destinada a la primera expedición de Chiloé. Memorias de Miller, II, 90-97; Bulnes, Bolívar en el Perú, II, 226-228, edición de Madrid.

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