DOCUMENTO 10123 CARTA DE SIMÓN BOLÍVAR PARA EL GENERAL FRANCISCO DE PAULA SANTANDER, FECHADA EN LIMA EL 9 DE FEBRERO DE 1825, LE DICE QUE ESTA DISPUESTO A PRESENTAR ANTE EL CONGRESO SU RENUNCIA DEL CARGO QUE, COMO DICTADOR HA EJERCIDO HASTA EL MOMENTO EN EL PERÚ; SE TRÁTA LO REFERENTE A LAS INTRIGAS DE FRANCIA EN PERJUICIO DE LA CAUSA DE LA EMANCIPACIÓN SURAMERICANA; DE EXPONER LA NECESIDAD DE QUE LOS PUEBLOS LIBRES DE AMÉRICA DEL SUR SE UNAN CONTRA LAS ASECHANZAS DE LA SANTA ALIANZA Y BRASIL. EXPRESA FRASES ELOGIOSAS A SANTANDER POR LA EFICIENCIA DE ÉSTE EN LA ADMINISTRACIÓN POLÍTICA DE COLOMBIA.*

Sección
29) Período (02ENE AL 30JUN 1825) Correspondencia Oficial

Personas

Lugares

Palabras Clave

Descripción:
Lima, 9 de febrero de 1825.

A.S.E. El General Francisco de Paula Santander.

Mí Querido General:

Con mucha satisfacción participo a Ud. que la capitulación de Ayacucho se ha cumplido perfectamente hasta el Desaguadero [ 1 ]] y que nuestras tropas han llegado hasta sus inmediaciones en medio del regocijo y de la gratitud de los pueblos. Pasado [ 2 texto de la carta fue tomado ""del original"", pero omite la información atinente a la localización del citado original.

NOTAS

1) Desaguadero: río del Bolivia, formado por el desagüe del lago Titicaca.
2)
Escrito así en el texto, debe referirse a pasado mañana. será reunido el congreso para que acepte la renuncia que voy a hacerle del mando dictatorial. Inmediatamente después me iré al Alto Perú a ver en qué queda el señor Olañeta en las provincias de su mando. Este caballero está obrando de muy mala fe con los patriotas y los godos: nadie sabe cuál será su partido definitivamente. Mientras tanto el general Sucre está haciendo marchar nuestras tropas sobre La Paz. Nuestro ejército, por aquella parte, pasa de 10.000 hombres mientras que el de Olañeta apenas alcanza a 3.000 de un modo u otro pronto habremos terminado este negocio de lo que me alegraré bastante para salir de una parte de los cuidados que me rodean.

El Callao se mantiene firme, porque aun no han llegado las tropas de Guayaquil, y por fortuna está bloqueado. No obstante todo, creo que no durará la plaza en poder de los españoles dos meses.

Estos dos días hemos tenido aquí un disgusto con el asesinato que se hizo en Monteagudo, Bernardo Monteagudo, asesinado en Lima el 28 de enero de 1825. porque este suceso debe tener un origen muy profundo o muy alto. Los asesinos están presos y ellos confiesan dos personas que pertenecen a la facción gótica Gótica o gótico: relativo a los godos. El vocablo godo es un americanismo con el cual, en forma despectiva, eran llamados los españoles y los conservadores. Bolívar usaba con harta

frecuencia este cognomento y, cuando dice: ""facciones góticas de este país"", con toda seguridad se refiere a las personas nativas de España y a los seguidores de la causa de éstas. de este país. Yo creo que esto puede tener origen en los intrigantes de la Santa Alianza que nos rodean; porque el objeto no debía sólo ser matar a Monteagudo sino a mí y a otros jefes.



He mandado salir un agente francés que estaba aquí, un Conde de Moges.

Por las gacetas hemos visto que la Francia manda ministros de discordia a toda la América. Este gobierno está realizando la imagen de la discordia, armada de las antorchas y de las furias. ¡Que inmoralidad! ¡Que atentado! parece que los aliados están como náufragos, que no reparan en los medios de salvarse. Será mucho, si no toman alguna medida desesperada luego que sepan el resultado de la campaña del Perú.

El señor Chasseriau parece que es el espión Espión, del francés espión persona que acecha a otra para informar después lo que ésta dice

o hace. que tienen los franceses en el norte de Colombia y en Méjico. Él llevó la muerte de Iturbide y su gobierno como una infausta noticia.

El año de 24 no ha estado malo para los negocios de América, aunque empezó cubierto de tempestades.

No he recibido cartas de Ud. en estos días, ni el correo tampoco. Espero a O´Leary de un momento a otro de Chile; parece que aquello está revuelto, y que claman por mí. El Congreso del Río de la Plata se ha reunido en Buenos Aires. El resultado de este congreso no lo sé: lo único que me imagino es que podrá conexionarse con los negocios del Alto Perú en los cuales tendremos que representar nuestra parte, para no dejar en aquellas provincias al godo y muy servil Olañeta, que siempre estará pronto a obrar con la Santa Alianza, como lo dice públicamente en sus papeles. Las provincias del Río de la Plata no tienen un solo ejército con que bloquear a Montevideo, mientras que el príncipe del Brasil posee todos los medios de subyugarlos. Este emperador del Brasil y la Santa Alianza son uno. Y si nosotros los pueblos libres no formamos otro, somos perdidos. Sobre esto, por más que hable, no podré decir bastante: por lo mismo, mi manía del día es enviar representantes al Istmo para formar el gran congreso federal. Pido, pues, de nuevo este envío como muy urgente y muy útil. Tanto es, que no hay un americano que no se convenza de la reunión general. Yo creo que éste es el último servicio que le podremos hacer a la América, y sólo espero que se realice para separarme del mando de todo, todo.



Diré a Ud., de paso, que estoy cansado de servir y de tener mi espíritu en contracción continua: ni aun la prosperidad me anima a llevar adelante la carga. Cada día siento más la necesidad de dejarla por falta de fuerzas físicas y de aspiraciones morales. Ud. no puede imaginarse el deseo que tengo de descansar, de una especie de letargo prolongado y profundo. Quisiera no existir por algunos meses enteros, por ver si podría reposar tanto como deseo mental y físicamente. Ya me canso de todo, y con una facilidad extraordinaria.

Supongo a Ud. muy ocupado con su congreso; ¡quiera Dios que salgan de él como de los otros! Cuanto más considero al gobierno de Ud. tanto más me confirmo en la idea de que Ud. es el héroe de la administración americana. Es un prodigio, que un gobierno flamante sea eminentemente libre y eminentemente correcto y, además eminentemente fuerte. Es un gigante que marcha al nacer, combate y triunfa. Este gigante es Ud. Es una gloria que dos de mis amigos y segundos hayan salido dos prodigios de entre las manos. La gloria de Ud. y la de Sucre son inmensas. Si yo conociese la envidia los envidiaría. Yo soy el hombre de las dificultades; Ud. el hombre de las leyes y Sucre el hombre de la guerra. Creo que cada uno debe estar contento con su lote, y Colombia con los tres. Feliz madre que nunca puede dejar de tener un hijo que le sirva de báculo, aunque el mayor la abandone como su ingratitud se lo aconseja: la ingratitud del hijo, se entiende.

Adiós, mi querido general, soy de Ud. de corazón.

BOLÍVAR

P.D.: Se dice que Castillo ha prendido a Guise por sus exorbitantes demandas y locuras. Yo me he alegrado infinito de este accidente. Supongo que el Congreso del Perú nombrará al general La Mar de presidente, y si no lo hiciere yo se lo indicaré. Parece que no quiere que yo deje la dictadura; pero yo sí quiero, y lo quiero muy fuertemente para librarme de una gran parte de las cargas que me molestan. Añadiré a Ud. que el pueblo está bien contento, unido y tranquilo. Aquí me comparan con el tirso de Mercurio, que reunía amistosamente las serpientes sin devorarse. La comparación parece muy exacta, porque ninguno se entiende entre si, y todos se entienden conmigo.

Adiós otra vez.

* De un impreso moderno: Simón Bolívar, Obras completas, tomo II, p. 78. El compilador dice que el
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Escrito así en el texto, debe referirse a pasado mañana.
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Bernardo Monteagudo, asesinado en Lima el 28 de enero de 1825. porque este suceso debe tener un origen muy profundo o muy alto. Los asesinos están presos y ellos confiesan dos personas que pertenecen a la facción gótica Gótica o gótico: relativo a los godos. El vocablo godo es un americanismo con el cual, en forma despectiva, eran llamados los españoles y los conservadores. Bolívar usaba con harta

frecuencia este cognomento y, cuando dice: ""facciones góticas de este país"", con toda seguridad se refiere a las personas nativas de España y a los seguidores de la causa de éstas. de este país. Yo creo que esto puede tener origen en los intrigantes de la Santa Alianza que nos rodean; porque el objeto no debía sólo ser matar a Monteagudo sino a mí y a otros jefes.



He mandado salir un agente francés que estaba aquí, un Conde de Moges.

Por las gacetas hemos visto que la Francia manda ministros de discordia a toda la América. Este gobierno está realizando la imagen de la discordia, armada de las antorchas y de las furias. ¡Que inmoralidad! ¡Que atentado! parece que los aliados están como náufragos, que no reparan en los medios de salvarse. Será mucho, si no toman alguna medida desesperada luego que sepan el resultado de la campaña del Perú.

El señor Chasseriau parece que es el espión Espión, del francés espión persona que acecha a otra para informar después lo que ésta dice

o hace. que tienen los franceses en el norte de Colombia y en Méjico. Él llevó la muerte de Iturbide y su gobierno como una infausta noticia.

El año de 24 no ha estado malo para los negocios de América, aunque empezó cubierto de tempestades.

No he recibido cartas de Ud. en estos días, ni el correo tampoco. Espero a O´Leary de un momento a otro de Chile; parece que aquello está revuelto, y que claman por mí. El Congreso del Río de la Plata se ha reunido en Buenos Aires. El resultado de este congreso no lo sé: lo único que me imagino es que podrá conexionarse con los negocios del Alto Perú en los cuales tendremos que representar nuestra parte, para no dejar en aquellas provincias al godo y muy servil Olañeta, que siempre estará pronto a obrar con la Santa Alianza, como lo dice públicamente en sus papeles. Las provincias del Río de la Plata no tienen un solo ejército con que bloquear a Montevideo, mientras que el príncipe del Brasil posee todos los medios de subyugarlos. Este emperador del Brasil y la Santa Alianza son uno. Y si nosotros los pueblos libres no formamos otro, somos perdidos. Sobre esto, por más que hable, no podré decir bastante: por lo mismo, mi manía del día es enviar representantes al Istmo para formar el gran congreso federal. Pido, pues, de nuevo este envío como muy urgente y muy útil. Tanto es, que no hay un americano que no se convenza de la reunión general. Yo creo que éste es el último servicio que le podremos hacer a la América, y sólo espero que se realice para separarme del mando de todo, todo.



Diré a Ud., de paso, que estoy cansado de servir y de tener mi espíritu en contracción continua: ni aun la prosperidad me anima a llevar adelante la carga. Cada día siento más la necesidad de dejarla por falta de fuerzas físicas y de aspiraciones morales. Ud. no puede imaginarse el deseo que tengo de descansar, de una especie de letargo prolongado y profundo. Quisiera no existir por algunos meses enteros, por ver si podría reposar tanto como deseo mental y físicamente. Ya me canso de todo, y con una facilidad extraordinaria.

Supongo a Ud. muy ocupado con su congreso; ¡quiera Dios que salgan de él como de los otros! Cuanto más considero al gobierno de Ud. tanto más me confirmo en la idea de que Ud. es el héroe de la administración americana. Es un prodigio, que un gobierno flamante sea eminentemente libre y eminentemente correcto y, además eminentemente fuerte. Es un gigante que marcha al nacer, combate y triunfa. Este gigante es Ud. Es una gloria que dos de mis amigos y segundos hayan salido dos prodigios de entre las manos. La gloria de Ud. y la de Sucre son inmensas. Si yo conociese la envidia los envidiaría. Yo soy el hombre de las dificultades; Ud. el hombre de las leyes y Sucre el hombre de la guerra. Creo que cada uno debe estar contento con su lote, y Colombia con los tres. Feliz madre que nunca puede dejar de tener un hijo que le sirva de báculo, aunque el mayor la abandone como su ingratitud se lo aconseja: la ingratitud del hijo, se entiende.

Adiós, mi querido general, soy de Ud. de cor
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Bernardo Monteagudo, asesinado en Lima el 28 de enero de 1825.
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Gótica o gótico: relativo a los godos. El vocablo godo es un americanismo con el cual, en forma despectiva, eran llamados los españoles y los conservadores. Bolívar usaba con harta

frecuencia este cognomento y, cuando dice: ""facciones góticas de este país"", con toda seguridad se refiere a las personas nativas de España y a los seguidores de la causa de éstas. de este país. Yo creo que esto puede tener origen en los intrigantes de la Santa Alianza que nos rodean; porque el objeto no debía sólo ser matar a Monteagudo sino a mí y a otros jefes.



He mandado salir un agente francés que estaba aquí, un Conde de Moges.

Por las gacetas hemos visto que la Francia manda ministros de discordia a toda la América. Este gobierno está realizando la imagen de la discordia, armada de las antorchas y de las furias. ¡Que inmoralidad! ¡Que atentado! parece que los aliados están como náufragos, que no reparan en los medios de salvarse. Será mucho, si no toman alguna medida desesperada luego que sepan el resultado de la campaña del Perú.

El señor Chasseriau parece que es el espión Espión, del francés espión persona que acecha a otra para informar después lo que ésta dice

o hace. que tienen los franceses en el norte de Colombia y en Méjico. Él llevó la muerte de Iturbide y su gobierno como una infausta noticia.

El año de 24 no ha estado malo para los negocios de América, aunque empezó cubierto de tempestades.

No he recibido cartas de Ud. en estos días, ni el correo tampoco. Espero a O´Leary de un momento a otro de Chile; parece que aquello está revuelto, y que claman por mí. El Congreso del Río de la Plata se ha reunido en Buenos Aires. El resultado de este congreso no lo sé: lo único que me imagino es que podrá conexionarse con los negocios del Alto Perú en los cuales tendremos que representar nuestra parte, para no dejar en aquellas provincias al godo y muy servil Olañeta, que siempre estará pronto a obrar con la Santa Alianza, como lo dice públicamente en sus papeles. Las provincias del Río de la Plata no tienen un solo ejército con que bloquear a Montevideo, mientras que el príncipe del Brasil posee todos los medios de subyugarlos. Este emperador del Brasil y la Santa Alianza son uno. Y si nosotros los pueblos libres no formamos otro, somos perdidos. Sobre esto, por más que hable, no podré decir bastante: por lo mismo, mi manía del día es enviar representantes al Istmo para formar el gran congreso federal. Pido, pues, de nuevo este envío como muy urgente y muy útil. Tanto es, que no hay un americano que no se convenza de la reunión general. Yo creo que éste es el último servicio que le podremos hacer a la América, y sólo espero que se realice para separarme del mando de todo, todo.



Diré a Ud., de paso, que estoy cansado de servir y de tener mi espíritu en contracción continua: ni aun la prosperidad me anima a llevar adelante la carga. Cada día siento más la necesidad de dejarla por falta de fuerzas físicas y de aspiraciones morales. Ud. no puede imaginarse el deseo que tengo de descansar, de una especie de letargo prolongado y profundo. Quisiera no existir por algunos meses enteros, por ver si podría reposar tanto como deseo mental y físicamente. Ya me canso de todo, y con una facilidad extraordinaria.

Supongo a Ud. muy ocupado con su congreso; ¡quiera Dios que salgan de él como de los otros! Cuanto más considero al gobierno de Ud. tanto más me confirmo en la idea de que Ud. es el héroe de la administración americana. Es un prodigio, que un gobierno flamante sea eminentemente libre y eminentemente correcto y, además eminentemente fuerte. Es un gigante que marcha al nacer, combate y triunfa. Este gigante es Ud. Es una gloria que dos de mis amigos y segundos hayan salido dos prodigios de entre las manos. La gloria de Ud. y la de Sucre son inmensas. Si yo conociese la envidia los envidiaría. Yo soy el hombre de las dificultades; Ud. el hombre de las leyes y Sucre el hombre de la guerra. Creo que cada uno debe estar contento con su lote, y Colombia con los tres. Feliz madre que nunca puede dejar de tener un hijo que le sirva de báculo, aunque el mayor la abandone como su ingratitud se lo aconseja: la ingratitud del hijo, se entiende.

Adiós, mi querido general, soy de Ud. de corazón.

BOLÍVAR

P.D.: Se dice que Castillo ha prendido a Guise por sus exorbitantes demandas y locuras. Yo me he alegrado infinito de este accidente. Supongo que el Congreso del Perú nombrará al general La Mar de presidente, y si no lo hiciere yo se lo indicaré. Parece que no quiere que yo deje la dictadura; pero yo sí quiero, y lo quiero muy fuertemente para librarme de una gran parte de las cargas que me molestan. Añadiré a Ud. que el pueblo está bien contento, unido y tranquilo. Aquí me comparan con el tirso de Mercurio, que reunía amistosamente las serpientes sin devorarse. La comparación parece muy exacta, porque ninguno se entiende entre si, y todos se entienden conmigo.

Adiós otra vez.

* De un impreso moderno: Simón Bolívar, Obras completas, t
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Gótica o gótico: relativo a los godos. El vocablo godo es un americanismo con el cual, en forma despectiva, eran llamados los españoles y los conservadores. Bolívar usaba con harta

frecuencia este cognomento y, cuando dice: ""facciones góticas de este país"", con toda seguridad se refiere a las personas nativas de España y a los seguidores de la causa de éstas.
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Espión, del francés espión persona que acecha a otra para informar después lo que ésta dice

o hace. que tienen los franceses en el norte de Colombia y en Méjico. Él llevó la muerte de Iturbide y su gobierno como una infausta noticia.

El año de 24 no ha estado malo para los negocios de América, aunque empezó cubierto de tempestades.

No he recibido cartas de Ud. en estos días, ni el correo tampoco. Espero a O´Leary de un momento a otro de Chile; parece que aquello está revuelto, y que claman por mí. El Congreso del Río de la Plata se ha reunido en Buenos Aires. El resultado de este congreso no lo sé: lo único que me imagino es que podrá conexionarse con los negocios del Alto Perú en los cuales tendremos que representar nuestra parte, para no dejar en aquellas provincias al godo y muy servil Olañeta, que siempre estará pronto a obrar con la Santa Alianza, como lo dice públicamente en sus papeles. Las provincias del Río de la Plata no tienen un solo ejército con que bloquear a Montevideo, mientras que el príncipe del Brasil posee todos los medios de subyugarlos. Este emperador del Brasil y la Santa Alianza son uno. Y si nosotros los pueblos libres no formamos otro, somos perdidos. Sobre esto, por más que hable, no podré decir bastante: por lo mismo, mi manía del día es enviar representantes al Istmo para formar el gran congreso federal. Pido, pues, de nuevo este envío como muy urgente y muy útil. Tanto es, que no hay un americano que no se convenza de la reunión general. Yo creo que éste es el último servicio que le podremos hacer a la América, y sólo espero que se realice para separarme del mando de todo, todo.



Diré a Ud., de paso, que estoy cansado de servir y de tener mi espíritu en contracción continua: ni aun la prosperidad me anima a llevar adelante la carga. Cada día siento más la necesidad de dejarla por falta de fuerzas físicas y de aspiraciones morales. Ud. no puede imaginarse el deseo que tengo de descansar, de una especie de letargo prolongado y profundo. Quisiera no existir por algunos meses enteros, por ver si podría reposar tanto como deseo mental y físicamente. Ya me canso de todo, y con una facilidad extraordinaria.

Supongo a Ud. muy ocupado con su congreso; ¡quiera Dios que salgan de él como de los otros! Cuanto más considero al gobierno de Ud. tanto más me confirmo en la idea de que Ud. es el héroe de la administración americana. Es un prodigio, que un gobierno flamante sea eminentemente libre y eminentemente correcto y, además eminentemente fuerte. Es un gigante que marcha al nacer, combate y triunfa. Este gigante es Ud. Es una gloria que dos de mis amigos y segundos hayan salido dos prodigios de entre las manos. La gloria de Ud. y la de Sucre son inmensas. Si yo conociese la envidia los envidiaría. Yo soy el hombre de las dificultades; Ud. el hombre de las leyes y Sucre el hombre de la guerra. Creo que cada uno debe estar contento con su lote, y Colombia con los tres. Feliz madre que nunca puede dejar de tener un hijo que le sirva de báculo, aunque el mayor la abandone como su ingratitud se lo aconseja: la ingratitud del hijo, se entiende.

Adiós, mi querido general, soy de Ud. de corazón.

BOLÍVAR

P.D.: Se dice que Castillo ha prendido a Guise por sus exorbitantes demandas y locuras. Yo me he alegrado infinito de este accidente. Supongo que el Congreso
9)
Espión, del francés espión persona que acecha a otra para informar después lo que ésta dice

o hace.

Traducción