DOCUMENTO 7712. CARTA DE BOLÍVAR PARA SANTANDER, FECHADA EN GUAYAQUIL EL 4 DE AGOSTO DE 1823, EN LA CUAL SE REFIERE AMPLIAMENTE A LOS ACONTECIMIENTOS DEL PERÚ, ACERCA DE LOS CUALES EXPONE SU OPINIÓN.*

Sección
23) Período (02JUN AL 30SEP 1823) Correspondencia Oficial

Personas

Lugares

Palabras Clave

Descripción:
Guayaquil, 4 de agosto de 1823.

Al Señor General F. de P. Santander.

Mi querido General:

Por fin las cosas del Perú han llegado a la cima de la anarquía. Sólo el ejército enemigo está bien constituido, unido, fuerte, enérgico y capaz de arrollarlo todo. Lo de la patria está todo perdido. Siete potencias beligerantes se combaten entre sí bajo las siguientes banderas: Perú, Chile, Colombia, Buenos Aires, gobierno, congreso y Guayaquil, cada uno tiene su partido: ahora hay dos más, el particular de Sucre, que tiene un poder militar y el de Torre Tagle, opuesto al de Riva Agüero, ambos fuertes por la opinión y por la autoridad; pues el primero es presidente, aunque depuesto y culpable, y el segundo está nombrado por Sucre que tiene un poder dictatorial, en el teatro de la guerra. Valdés [ 1 ] es jefe de nuestras tropas, y un tal Martínez de la de Buenos Aires, es el mayor faccioso que hay en todo el país; estos dos últimos están sirviendo juntos, y ya Vd. se acordará que el señor Valdés se ha disgustado hasta con Mires que es pariente de Job [ 2 ]. Todos, todos, todos, excepto Sucre son el mismo demonio. Podemos contar con 15 o 16.000 hombres disponibles si vienen los de Chile, pero sin pies ni cabeza; sin pies por falta de movilidad, y sin cabeza porque a nadie obedecen. Nadie obedece a nadie y todos aborrecen a todos.

El gobierno de Riva Agüero es el gobierno de un Catilina [ 3 ] unido al de un Caos; no puede Vd. imaginarse hombres más canallas, ni más ladrones que los que tiene el Perú a su cabeza. Se han comido seis millones de pesos de empréstito, de un modo escandaloso. Setecientos mil pesos se han robado entre Riva Agüero, Santa Cruz y el ministro de Guerra, solo en unas contratas hechas sobre equipo y embarque de tropas. El Congreso pidió cuentas y le trataron como al Diván de Constantinopla [ 4 ] Es horrible el modo infame con que se ha conducido Riva Agüero. Lo peor de todo es que entre los godos y los patriotas han puesto a perecer el Perú con sus saqueos enormes y multiplicados. Este país, es el más caro del mundo, y no tiene ya un maravedí con que mantenerlo. De suerte que le han quedado sus inmensas necesidades y ­ningún medio (para) satisfacerlas. No sé como haré para alimentar de oro un ejército muy grande en un país que ya no tiene nada. De aquí vendrá una necesidad imperiosa de obrar a la ventura sin plan ni concierto; y si no es preciso preferir la inútil destrucción del ejército en una horrorosa inacción, lo que también será un desconcierto en el plan general, pues se obrará por una parte y por otra no.

Amigo querido, yo voy a imitar a Curcio entregándose a las llamas por la salud de su patria. Me voy a ver rodeado de los más grandes embarazos, necesidades y peligros. Enemigos dentro, enemigos fuera; pasiones y crímenes; carencia de todo y sobra de demandas y necesidades. Admire Vd. mi valor cuando me voy a encargar del peso de Atlante.

Mi cálculo es éste: si no voy al Perú se pierde y se pierde el ejército de Colombia, y después nosotros solos tenemos que sufrir una nueva guerra y nueva conquista. Por supuesto yo tendré que sufrirlo todo. Yendo al Perú puedo hacer variar la suerte de los sucesos, o por lo menos, menos, menos, retardar su caída y prolongar la guerra hasta que tengamos armisticio o paz. Esta esperanza es para mi muy vehemente. Además, estando yo, en el Perú, si vienen comisionados de España encontrarán con quien tratar, y no sucederá como en Méjico, que no pudieron hacer nada por falta de autoridad existente. Yo valdré algo más en la opinión de los españoles que otro cualquier jefe que allí mande; por lo que se hará más caso de mis demandas. Espero también evitar una guerra civil, y combates entre los aliados; espero restablecer algo el orden con la nueva reunión del congreso y el nombramiento de los mejores magistrados posibles; todo esto dicen que lo puedo hacer, y si no procuraré traerme nuestras tropas del modo y suerte que se pueda: este caso será extremo y aun parece remoto.

Las cosas del Sur de Colombia quedan como estaban; mi opinión es que no se debe alterar nada de lo que he mandado, porque entonces no tengo ni base ni cimientos. Si se andan con etiquetas constitucionales puede ser que nos perdamos todos. El general Salom es un hombre excelente y hará bien su deber, no se puede dar otro mejor que él para todo lo que comprende y él sabe ejecutar; pero no le vayan a mandar nada contrario a lo que yo le haya ordenado, porque entonces no hará nada de bueno, se confundirá y se echará de espaldas. Yo ruego a Vd. que si el congreso me quita la autoridad del Sur procure a lo menos no oponer las órdenes de Vd. con las mías. Cuando no sea más que confidencialmente debería Vd. escribirle a Salom que hiciera lo que yo le mandase o le pidiera. Vd. téngase duro que no se le queme el pan a la puerta del horno, y no pierda jamás de vista que nosotros estamos sirviendo de asombro al Nuevo Mundo por la unidad y concierto que guardamos entre las autoridades. Toda la América es un inmenso campo de anarquía: Colombia sola ha dado un asilo al orden, a las leyes y a los principios del sistema social. Quiera Dios que este asilo sagrado no venga a ser profanado por el crimen.

Mi querido General, tengo que despedirme de Vd. como un hombre que va para el otro mundo: sí amigo querido, me voy para un mundo nuevo, mundo de maldiciones y de maldad, que también puede llamarse caverna horrible donde van a sepultarse de todas partes el bien, el valor y la libertad.

Voy a dar un paso que no será exactamente conforme con las reglas y que espero lo ponga Vd. de modo que no parezca chocante. Es el caso que yo ando solicitando por todas partes auxilios para el Perú. Méjico está en plena paz, y como tiene la reputación de rico y grande pudiera prestarnos tropas y dinero para el Perú a fin de que no falte ningún americano en el ejército unido de la América Meridional. En consecuencia voy a mandar al señor Monteagudo [ 5 ] en una comisión extraordinaria con este objeto. También llevará el encargo de felicitar de mi parte al nuevo gobierno de Méjico por su establecimiento popular. Instará también a Santa María [ 6 ] para que concluya el tratado de federación aunque no sea más que por ser consecuentes con nuestros principios.

Monteagudo tiene un gran tono diplomático y sabe en esto más que otros. Tiene mucho carácter, es muy firme, constante y fiel a sus compromisos. Está aborrecido en el Perú por haber pretendido una monarquía constitucional, por su adhesión a San Martín, por sus reformas precipitadas y por su tono altanero cuando mandaba. Estas circunstancias lo hacen muy temible a los ojos de los actuales corifeos del Perú, los que me han rogado por Dios que lo aleje de sus playas porque le tienen un terror pánico. Añadiré francamente que Monteagudo conmigo puede ser un hombre infinitamente útil porque sabe, tiene una actividad sin límites en el Gabinete y tiene además un tono europeo y unos modales muy propios para una corte. Es joven y tiene representación en su persona. No dudo que con el tiempo será un gran colombiano.

Mosquera [ 7 ] se vuelve conmigo al Perú a terminar los fines de su comisión sobre límites que es lo más importante, a fin de evitarnos una guerra para lo sucesivo. Este es uno de los objetos de mi marcha al Perú, porque juzgo que después de todo tendríamos un pleito por límites.

He visto papeles de Méjico en que dice un corresponsal de La Habana que los enviados de España tienen facultades de reconocer la independencia por haber visto los poderes de dichos enviados; entra en otros muchos detalles sobre su comisión. Esto me convence de que tendremos pronto armisticio o paz, y por lo mismo quiero parar los golpes que nos pueda dar la fortuna en el Perú.

No puede Vd. imaginar cuánto temo esta marcha al Perú por sus inconvenientes así políticos como militares, por lo menos no faltarán enredos de suma importancia. También temo alguna gracia como la de Cartagena cuando fui allí, pero qué hemos de hacer, peor es perderlo todo a golpe seguro como sucederá infaliblemente si yo no voy. Parece que el demonio dirige las cosas de mi vida; Vd. me vio partir de Cúcuta a la cabeza de una empresa desesperada y ahora volvemos a los diez años a la misma, despues de no haber dado un paso que fuese fácil y muchos casi imposibles. Esto quiere decir que si salgo bien, un buen genio me guía y si salgo mal, es un demonio mi custodio.

Acaba de llegar un buque de Lima que salió el 28 del pasado; no dice nada de nuevo; los más adictos a San Martín escriben que aquello se pierde si yo no voy, porque ya están tratando de llamar a San Martín desesperando de mi ida por las cosas de Pasto, cuyo desenlace no sabían. Por supuesto San Martín no añade nada al bien del Perú porque él mismo es un principio de división.

Nuestras tropas persiguieron al enemigo dos días sin provecho, no se sabía en Lima la disolución del congreso y sin embargo Riva Agüero estaba detestado por sus fraudes. Se trataba de una expedición a la Sierra a las órdenes de Valdés, pero se dudaba de su salida y del tiempo de ella por la carencia de recursos. De Santa Cruz no se sabía nada importante. Los enemigos decididamente se fueron a la sierra del Cuzco; destruyeron la casa de moneda, lo que hace un gran daño a Lima. Se han llevado cinco millones de pesos en efectos militares, de iglesias, mercancías y moneda. Dicen que Lima está en una devastación horrible. El hecho es que aquello está muy miserable y destruido y multiplicándose los partidos con la miseria y con el desgobierno. Torre Tagle estaba mandando, según la disposición de Sucre, Riva Agüero ha sacado toda la plata labrada de las iglesias de Trujillo y la ha fundido, quien sabe lo que hará con ella.

Por fin me voy mañana por la mañana con los diputados del Perú, dos escuadrones de húsares, y 500 hombres de infantería del batallón Vargas. Después seguirán 700 u 800 hombres más para el completo de 1.500 hombres.

Esta carta continúa en la del 6 de agosto.

* De un impreso moderno. ""Cartas del Libertador"" (Fundación Lecuna), Tº III, págs. 444-448.

NOTAS

1) Se refiere el Libertador al general argentino Enrique Martínez. Según se ve, Bolívar no conocía aún a este militar, quien cuando actuó en el Perú fue de los que consideró necesario al Libertador en ese país.
2)
De acuerdo con lo que aquí expresa Bolívar, llegamos a la conclusión de que el general Manuel Valdés era persona de malas pulgas, lo contrario del general Mires, cuya paciencia, por lo visto, era comparable a la de Job.
3)
Lucio Sergio Catilina, patricio romano (100-72 a.de J.). Su conjura contra el Senado fue denunciada por Cicerón. Murió en la batalla de Pistoya.
4)
Se refiere aquí Bolívar al Supremo Consejo que entre los turcos de termina los negocios del Estado y de justicia.
5)
Bernardo Monteagudo, ya identificado anteriormente.
6)
Miguel Santamaría, diplomático mexicano descrito en notas anteriores.
7)
Tomás Mosquera, diplomático neogranadino del cual ya se ha hablado antes.

Traducción