DOCUMENTO 1251. DEL BORRADOR. O. C. B. CARTA DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR AL GENERAL ANTONIO GUTIÉRREZ DE LA FUENTE, FECHADA EN CARACAS EL 16 DE ENERO DE 1827, PIDIÉNDOLE QUE NO PERMITA QUE EN AREQUIPA-PERÚ SE DEJEN CAER ALGUNAS CHISPAS DE FEDERACIÓN PROVINCIAL.

Sección
33) Período (01ENE AL 28DIC 1827) O.C.B.

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Descripción:
Caracas, 16 de enero de 1827.

AL SEÑOR GENERAL ANTONIO GUTIÉRREZ DE LA FUENTE.

Mi querido general:

Antes de ahora he participado a Vd. mi arribo a Venezuela y el her­moso desenlace que han tenido los sucesos que perturbaron la tranquilidad y el orden que reinaban en Colombia. Después de un largo y pe­noso viaje, pude, al fin, reunirme al general Páez en Valencia el 4 de enero; día en que ahogamos en nuestros brazos al monstruo de la guerra civil que devoraba ya los gloriosos trofeos de nuestra regeneración y aniquilaba para siempre los restos de nuestra existencia, debido todo a la mala inteligencia de los partidos y la exaltación de las pasiones producidas por la divergencia de opiniones. Los primeros gritos de re­forma que se oyeron en Valencia el 30 de abril del año pasado, fueron cambiándose sucesivamente en estado independiente, federación de provincias y, al fin, guerra civil. Vea Vd., general, a cuánto se expuso la tranquilidad, el reposo de Colombia, tan sólo por separarse de la unidad que debemos conservar en nuestra formación. ¡Pero, gracias al Cielo, todo ha entrado en la línea del orden natural, y recordando lo pasado como una lección saludable y un ejemplo terrible!

Las noticias que recibo hasta hoy del Perú son buenas. Allí todo marcha admirablemente bajo la dirección del consejo de gobierno cuya autoridad es estimada y respetada porque es justa, recta y al mismo tiempo suave y benéfica. Sin embargo, algunos papeles como ""El Zan­cudo"" me informan que en Arequipa se dejan caer algunas chispas de federación provincial, que no ha podido menos que alarmar a los ami­gos del orden público, a aquéllos que, como Vd. y yo, amamos la fuerza del gobierno con la dicha del pueblo. Por Dios, querido general, no per­mita Vd. que estas chispas lleguen a prender el corazón de su patria; recuerde Vd. cuanto acaba de suceder en Venezuela y a los desastres que la amenazaban, junto con Colombia y la América entera, por esta manía de federación provincial. Se quiere imitar a los Estados Unidos sin considerar la diferencia de elementos, de hombres y de cosas. Crea Vd., general, que nuestra composición es muy diferente a la de aquella nación, cuya existencia puede contarse entre las maravillas que de siglo en siglo produce la política. Nosotros no podemos vivir sino de la unión.

La gran federación de que he hablado a Vd. tantas veces, es muy diferente de la que se piensa en Arequipa. Aquella es la unión de la fuerza en grandes masas, mientras que la otra es la división de la fuerza de una de estas masas en pequeñas fracciones. ¿Qué puede, pues, resul­tar de este insensato proyecto? Aquéllo que experimentaba ya Vene­zuela, es decir, la guerra civil. Vd., querido general, que salvó a su patria de este tremendo mal, no permita que vuelva al abismo de donde Vd. la sacó. Vd. sabe que el curso de mi vida pública me ha hecho co­nocer, como nadie, las necesidades de nuestros pueblos, y Vd. conoce tan bien como nadie, que mi mayor ambición es la dicha y la estabi­lidad de las repúblicas que ha fundado el heroísmo y las virtudes del ejército a que Vd. pertenece. No tengo embarazo en que Vd. manifieste las opiniones que contiene esta carta a aquellas personas que, por su influjo y posición, puedan contribuir a mantener la unidad de la repú­blica y estabilidad del gobierno.

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