DOCUMENTO 7033. CARTA CONFIDENCIAL DE BOLÍVAR PARA EL MARIS­CAL LA MAR, FECHADA EN LOJA EL 14 DE OCTUBRE DE 1822, EN LA CUAL, LE EXPRESA SU SATISFACCIÓN POR HABER LLE­GADO A LA CABEZA DEL PODER EJECUTIVO DEL PAÍS. SE RE­FIERE DESPUÉS AL GENERAL SAN MARTIN DE QUIEN LAMENTA SU SEPARACIÓN. SE OFRECE PARA AYUDARLO EN LO QUE DEL LIBERTADOR DEPENDE. SE QUEJA DE LOS ULTRAJES QUE RE­CIBE DE LA PRENSA DEL PERÚ.*

Sección
21) Período (03JUL AL 31DIC 1822) Correspondencia Oficial

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Palabras Clave

Descripción:
Loja, 14 de octubre de 1822.

Al Gran Mariscal del Perú, Don José de la Mar. Confidencial.

Mi estimado amigo:

Es infinita la satisfacción que he tenido al saber que Vd. está a la cabeza del poder ejecutivo del Perú. La pérdida que se ha hecho del general San Martín no puede ser reparada sino por Vd. y el general Alvarado. Crea Vd. que el gozo que me ha dado el acierto del congreso ha sido mitigado por la súbita separación del Protector. Los hombres públicos valen tanto cuanto es la opinión que se tiene de ellos.

El General San Martín era respetado del ejército, acostumbrado ya a obedecerle, el pueblo del Perú le veía como a su libertador; él, por otra parte, había sido afortunado, y Vd. sabe que las ilusiones que presta la fortuna valen a veces más que el mérito. En fin, mi amigo, el Perú ha perdido un buen capitán y un bien­hechor. Pero el Perú debe consolarse con la idea de que el con­greso es dirigido por la sabiduría, cuando ha dado tal acierto a sus elecciones que éstas han recaído en dos hombres grandes. Yo estoy encantado, mi querido general, en saber que Vd es el jefe de la administración. El general Castillo ha debido dar a Vd., de mi parte, una prueba irrevocable de estos sentimientos. Yo previ que Vd. habría de reemplazar al Protector desde que tuve la for­tuna de conocer a éste en Guayaquil; me parecía muy distante de querer continuar en el mando; y así juzgué que la buena suerte llevaba a Vd. al Perú a sucederle. Tuve presente que los votos del congreso podrían dividirse entre el general Alvarado y Vd. Sin embargo, no dejaba de pensar también que el General Alvarado estaba llamado con urgencia a dirigir las operaciones militares, siendo compañero de armas de todos los jefes y oficiales de ese ejército aliado, además de tener otras muchas relevantes cualidades, que son comunes a Vd., y que necesita todo hombre que diri­ge un estado en medio de las convulsiones de la revolución y de la guerra. Reciba Vd., mi amigo, mis cordiales felicitaciones.

Puede Vd. contar con todo lo que depende de mí para ayudarle a alcanzar el término de su carrera con dicha y gloria. En esta parte yo me felicito también, mas no puedo dejar de tener muy cerca a mi corazón todas las angustias que Vd. va a devorar, teniendo que arrostrar el embarazo de las pasiones ajenas y el cúmulo de obstáculos que la revolución en su marcha multiplica como se va avanzando [ 1 ]. No obstante todas estas consideraciones melancólicas Vd. no debe desmayar, encontrándose afortunadamente en la situación que se requiere para llenar una carrera glo­riosa: Vd. es veterano viejo en el mando. Su cabeza está adorna­da de laureles y de ideas liberales, justas y exactas. Vd. no está combatido por sentimientos interesados; ningún partido exterior le acosa, ningún empeño personal excitará sus aspiraciones; Vd. no teme a la muerte y Vd. ama a la libertad: pocos merecerán tal elogio.

Mucho siento tener que indicar a Vd. de paso que las imprentas de Lima no me tratan tan bien como la decencia parecía exi­gir. Quiero suponer que mi conducta o la del gobierno sea viciosa, no basta, sin embargo, esta causa para empeñarse entre naciones amigas en increpar la una a la otra sus defectos. Colombia ha po­dido juzgar con desaprobación a algunas operaciones de los go­biernos americanos; y Colombia se ha abstenido de la murmura­ción porque su gobierno ha influido de modo que ha impedido el uso de una arma que no es dado a todos manejar con acierto y justicia. Yo espero, mi amigo, que Vd. impedirá este abuso que se está haciendo contra mí, para no verme obligado a mandar órdenes al general Paz Castillo que me serán desagradables, pues no es de razón que la moderación de Colombia se retribuya con ultrajes. Tampoco es del caso hablar a Vd. ahora de otros nego­cios, pero Vd. me permitirá que le indiqué que deseo infinito que el Congreso autorice al poder ejecutivo para que termine el ne­gocio de límites con Colombia, ahora que somos amigos de corazón es bueno señalar nuestras jurisdicciones, a fin de impedir un abuso, una mala inteligencia y quizás una guerra en lo futuro. Vd. hará un gran bien al Perú y a Colombia si les da una base de amistad.

Acepte Vd. los sentimientos de consideración con que soy de Vd. atento servidor.

BOLÍVAR

* De un impreso moderno. ""Cartas del Libertador"". (Fundación Le-cuna), tomo III, págs. 309-311.

NOTAS

1) La copia dice «como se van esperando».

Traducción