DOCUMENTO 7026. CARTA DE BOLÍVAR PARA SANTANDER, FECHADA EN CUENCA EL 29 DE SETIEMBRE DE 1822, EN LA CUAL, RE­FIRIÉNDOSE A UNA CARTA DEL VICEPRESIDENTE, SE AFIN­CA EN SU IDEA DE QUE DEFENDER AL PERÚ ES DEFENDER A COLOMBIA, A PESAR DE QUE SANTANDER TRATA DE DISUA­DIRLO AL EXPRESAR QUE SE DEBE CUIDAR DE PREFERENCIA LA CASA PROPIA ANTES QUE LA AJENA. SE REFIERE DES­PUÉS A OTROS PARTICULARES.*

Sección
21) Período (03JUL AL 31DIC 1822) Correspondencia Oficial

Personas

Lugares

Palabras Clave

Descripción:
Cuenca, septiembre 29 de 1822.

Mi querido general:

He recibido ayer la carta de usted, de Guaduas, de 19 de agosto.

Todo lo que contiene merece la atención del gobierno, y yo en el caso de usted tomaría cuantas medidas fueran necesarias a pesar de la escasez de dinero: para este caso es que tiene usted amplias facultades. Sin embargo, yo no le doy crédito enteramente a las noticias de Soublette y de Montilla con respecto a expediciones marítimas: no obstante, el Istmo debe ser guarnecido por tropas del Magdalena, que son las que únicamente pueden vivir allí por el mal clima. Yo no tengo aquí más que tres batallones, de los cuales sólo Rifles tiene algunos pocos venezolanos. Bogotá y Vargas son flamantes de reclutas de Cundinamarca y Bogotá. Estos cuerpos aquí son preciosos, porque los reclutas de este país son venados e iguales en todo a los del Cauca; además irían a morir al Istmo inútilmente.

Usted me repite que debemos cuidar de preferencia nuestra casa antes que la ajena; esto no merece respuesta porque el enemigo no es casa ajena sino muy propia.

Yo no sé porqué usted se ha imaginado que el único ejército español que hay en el continente de América, mandado por excelentes jefes, debe ser despreciado, y darle preferencia a unas no­ticias que pueden ser vagas. Y dado caso que no lo fueren deberíamos atender inmeditamente al que está obrando, para atender después al que ha de venir. Usted ve las cosas del sur con muy poco interés porque no palpa los peligros que pueden amenazarlo. Yo le digo a usted con franqueza que el ejército real del Perú puede neutralizar todos nuestros sucesos y renovar la lucha con el mismo peligro que antes.

No he recibido comunicaciones del Perú en este correo, porque todos son trastornos con mis correspondencias tanto del sur como del norte; todos los días me llega un pliego a un impreso que ha debido llegar antes por la fecha. Ayer no he recibido ni gaceta de Colombia ni impresos, más que dos correos de Bogotá; y esto sucede frecuentemente, tanto que las noticias las tengo por los particulares. En fin, contrayéndome al Perú, diré que he sabido por particulares que cada vez se hace más terrible el ejército real; mando a usted esas gacetas que también me han dado aquí.

Usted verá que el espíritu de República continúa con fervor, y escriben todos mucho más que eso.

El señor Roca y compañía están siempre inquietando a Guayaquil, lo que hará nuestra suerte siempre más difícil.

Todo lo que usted me dice de falta de recursos y del disgusto de militares y clérigos contra el congreso, no hace más que ponerme perplejo sobre el partido que he de tomar. Esto se pierde si yo me voy, y aquello se pierde si el congreso no hace lo que debe para salvar la república. Yo no le tengo miedo a ninguno de esos señores; no dudo que con el auxilio de mis amigos yo remediaría todo yendo a Bogotá; pero no sé cómo remediar mi falta por acá. La reunión del congreso, dice usted, será la crisis, y usted me añade que es indispensable mi marcha a Bogotá. Responderé que si a fines del año las noticias del Perú no son alarmantes, iré volando para dar cuenta de mi comisión y a decir la verdad al congreso, para que no piense estamos en los Estados Unidos en paz y tran­quilidad; pero con la firme resolución de no encargarme del poder ejecutivo, porque en los extremos están los más grandes peligros; mientras los haya no debo abandonar el ejército.

He visto las críticas de El Insurgente [ 1 ] y el papel de San Miguel. Nariño merece que le echen un monte encima sacándole a la cara cuantos crímenes ha cometido en su vida y San Miguel que debe ser juzgado por perturbador y realista antiguo, pues se debe suponer que sólo esta maldad lo haría escribir aquello. Este canalla me presentó un proyecto de gobierno absoluto cuando tomé a Santafé, y cuando yo recoja mis papeles lo podré presentar al público. Yo creo que para esta hora habrán hecho ustedes arrepentir a esos malvados. Mucho siento no haber estado ahí para haber­les hecho lo que ellos merecían: yo tengo muy buenos remedios para todas estas cosas. Dígales usted por medio del correo que el que deshiciere a Colombia tiene que ganar más batallas que las del ejército libertador, y que esta profecía se las han mandado de Quito.

No entiendo por qué ustedes tienen recelo de Méjico por ahora: mucho tiempo se ha de pasar antes que se desembaracen unos de otros; pienso que nosotros no debemos mezclarnos en sus disensiones, ni por ni contra porque demasiadas atenciones tenemos.

Mucho me han gustado las respuestas de El Insurgente: sobre todo dos o tres que son las mejores. Todavía querría yo más cauterio, porque yo veo estas cosas como vi las de Piar, y a más tenien­do más recursos podemos apoyar mejor la justicia.

Estos días he estado malo con nacidos o diviesos, los cuales, sin haberse acabado, me han atraído para sucederles un constipado y mucha jaqueca; el hecho es que estoy en la cama días ha, y que todavía no sé cuando podré irme a Loja.

Soy de corazón su afectísimo amigo,

BOLÍVAR.

* De un impreso moderno. ""Correspondencia dirigida al General Santander"", volumen II, págs. 332-334.

NOTAS

1) El primer párrafo de este documento está totalmente tachado en el original.

Traducción