DOCUMENTO 7021. CARTA DE BOLÍVAR PARA SUCRE, FECHADA EN CUENCA EL 27 DE SETIEMBRE DE 1822, EN LA CUAL LE IN­FORMA QUE APROVECHA DE ESCRIBIRLE EN MOMENTOS EN QUE ESTA EN EL CAMPO ENFERMO DE CARBUNCLOS. LE DA NOTICIAS DE LOS ACONTECIMIENTOS DE GUAYAQUIL, SE RE FIERE LUEGO A CUENCA, A LAS COSAS DEL PERÚ Y FORMULA APRECIACIONES SOBRE LOS GOBIERNOS DE CHILE, PERÚ Y MÉXICO.*

Sección
21) Período (03JUL AL 31DIC 1822) Correspondencia Oficial

Personas

Lugares

Palabras Clave

Descripción:
Cuenca, septiembre 21 de 1822.

Al señor general Antonio José de Sucre.

Mi querido general y amigo:

Aprovecho con mucho gusto esta oportunidad de estar en el campo enfermo de unos carbunclos para escribir a Vd. esta carta.

Tengo tantas cosas que decir a Vd. que no sé por donde empezar. Estuve en Guayaquil donde vi por todas partes vestigios de la buena conducta de Vd.; es decir que todos me hablaban de Vd. con alabanza, y yo vi por mis propios ojos los obstáculos que Vd. tenía que vencer para mantenerse fluctuando entre tantos escollos. Es verdad que aquel era un círculo vicioso que no se podía salir de él sino rompiéndolo y este remedio era el opuesto de la moderación de Vd. La gente en general me ha parecido buena, dócil y más inclinada a Colombia que a la independencia provincial; lo que es un milagro político porque la palabra Independencia es por sí sola una atractiva seducción. En fin me ha parecido la Provincia la mejor del Sur y desde ahora preveo que con el andar de los siglos Guayaquil será el Amsterdam del Pací­fico y la capital de las provincias comarcanas. Qué frutos tan bellos, qué prodigiosa fertilidad, qué beldad en las mujeres y qué honradez en los hombres en general! Yo estoy encantado con Guayaquil porque espero mucho de su recursos naturales.

Esta Provincia de Cuenca no sé lo que pueda ser porque hasta ahora no he visto más que su capital; sin embargo me parece que nunca será una gran cosa: por ahora sólo ofrece granos abundantes, buen clima y una gente inocente y dócil. Yo he procurado en una y otra parte hacer cuanto bien he podido para contentar estos pueblos que necesitan de un gobierno creador y reparador a la vez: todavía no he hecho ni la mitad de lo que yo deseo porque todavía no he tomado noticia de lo que este país necesita. En Guayaquil me han pedido muchas cosas y deseo concederles las que le son convenientes: aquí también han pedido algunas que he concedido y yo he mandado además promover otras para animar el comercio y la industria.

Con el tiempo haremos mucho más aún.

He dejado contenta a la iglesia de Cuenca porque le he dado gusto en todo, y lo mismo puedo decir de las demás corporaciones.

No hablaré nada de Loja todavía porque no he fijado mi juicio en la provincia ni en su gobernador: dentro de ocho días parto para allá, y escribiré después que llegue.

De las cosas del Perú ya debe Vd. estar impuesto, pero no será malo que yo le diga algo. El Protector después que llegó a Lima desaprobó la expulsión de Monteagudo y la insurrección del pueblo: retomó el mando con ánimo sin duda de hacer valer sus designios; los que son abiertamente por el sistema, real en tanto que el pueblo es por el contrario. Nuestras tropas llegaron con muchos enfermos y los transportes con alguna avería por los malos tiempos. Se dice que el enemigo estaba a quince leguas de la capital: que el ejército nuestro no esperaba más que el refuerzo de Colombia para obrar sobre Intermedios. El General San Martín me añadió en Guayaquil que además de aquella expedición debía ejecutar un movimiento de frente sobre el enemigo. Dios sabe lo que será de todo esto y Dios quiera que no haya alguna desgracia como yo la estoy temiendo, porque entonces tendré que tomar cuantas medidas me dicte la necesidad y el peligro.

Yo he ofrecido de antemano 4.000 hombres más al Perú para que asegure su suerte, por consiguiente necesitamos de 2.000 reclutas para completarlos y para tomarlos necesitamos de una súbita y general sorpresa. Piense Vd. desde ahora cómo hemos de ejecutar esta operación en el acto que reciba la respuesta del Perú y vaya Vd. además haciendo los vestidos y el equipo que se pueda.

Se asegura que en Chile se ha instalado ya el Congreso, y que se habrá hecho lo mismo ya en Lima. Mucho les deseo la unión y el acierto que no se pueden conseguir cuando están divorciadas la fuerza y la voluntad. Los pueblos quieren república, los gobiernos reyes, y en esta controversia no resulta más que la impunidad de los españoles o el triunfo de sus armas: la guerra civil o par­tidos destructores del orden y dicha pública. Lo mismo y aun peor estará sucediendo en Méjico: está demostrado por los pape­les impresos allí que el Soberano representado por el Sargento Pío le ha dado la corona a Iturbide. En los imperios bárbaros y absolutos solamente se han visto tales ejemplares de inmoralidad y despotismo. Calcule Vd. ¿cuál será la suerte de la América en manos de los demagogo de Buenos Aires y de los tiranos (en el sentido griego) de Chile, Lima y Méjico? Los unos pretenden delirios de libertad y los otros pretenden renovar en la flamante América los reprobados principios de esa infame tiranía que ha mantenido al Antiguo Mundo en la más vil subyugación.

Quieren estos señores que la filosofía apague sus luces para que los pueblos tributen superstición a unos trozos de leña que llaman trono y a un poco de metal que llaman corona; quieren que esas instituciones góticas [ 1 ] que servían cuando no había leyes ni moral, sirvan ahora en medio de torrentes de luces que están iluminando los calabozos para que se vea su inmundicia atroz y encendiendo las cadenas para nacerlas más insoportables a los hombres. Fue ya el tiempo de la fuerza amigo, y le ha sucedido el de la razón gobernando por las leyes. Basta de política y filosofía, y reciba Vd. el corazón sincero de su amigo que le ama.

BOLÍVAR

* De un impreso moderno. ""Cartas del Libertador"" (Fundación Lecuna), tomo III, págs. 302-304.

NOTAS

1) El amanuense por descuido escribió boticas por góticas, y más arriba calbuncos por carbuncles, y page por apague.

Traducción