DOCUMENTO 1826 DE MEMORIAS DE O´LEARY III.APENDICE,464. O.C.B. CARTA DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR AL CORONEL DANIEL FLORENCIO O`LEARY, FECHADA EN BOGOTÁ EL 22 DE OCTUBRE DE 1828; LE COMENTA LO QUE PIENSAN LOS PUEBLOS DEL SUR CON RESPECTO A LOS JEFES REPUBLICANOS, LOS ACUSAN DE SER LOS CULPABLES DE LOS CRIMENES.

Sección
34) Período (02ENE AL 26DIC 1828) O.C.B.

Personas

Lugares

Palabras Clave

Descripción:
Bogotá, 22 de octubre de 1828

AL SEÑOR CORONEL DANIEL F. O´LEARY.

Mí querido O´Leary:

He recibido la apreciable carta de Vd. en que me comunica la entrevista con el general Flores, de lo que me he alegrado mucho, porque al fin se han puesto Vds. de acuerdo en lo que se debe hacer, sea por los medios pacíficos o por las armas. Pero no puedo dejar de decir a Vd. que el estado de las cosas es muy opuesto a la guerra con el Perú: principalmente los pueblos del Sur no la quieren; después, los españoles han invadido a Guatemala y vendrán luego al Istmo; en tercer lugar, la pobreza de la república y la última conspiración nos reducen a una situación muy deplorable. Además, yo no puedo ir al Sur a dirigir esas operaciones y los países que conquistáramos.

Hay otra cosa que nos amenaza: una catástrofe por esa parte. Los peruanos pretenden disolvernos, y lo lograrán, en efecto, por el aborrecimiento que profesan esos pueblos del Sur a los jefes de la república; los acusan de todos los crímenes y de todos los defectos. Dicen que los subalternos se conducen como bandoleros y que las tropa* son de bandidos. Que el desorden es general en todas las cosas; y últimamente, que no hay tesoros con qué saciar la avaricia de los generales e intendentes. Solamente contra Illingworth y González no me han escrito nada de esa especie. De Flores, de Torres y Urdaneta me dicen horrores. Yo no lo puedo creer; pero lo propagan y lo creen; esto es lo que forma la opinión; y teniendo la opinión en contra, nada debemos esperar. Todo esto, mi querido coronel, me desespera y me persuade que no debemos tomar venganza del Perú, para no precipitarnos más hondamente en el abismo.

Seguimos la causa de los conspiradores, y se van ejecutando las sentencias con más o menos rigor, según lo exigen los hechos y los delitos; pero mi corazón está quebrantado de pena por esta negra ingratitud; mi dolor será eterno, y la sangre de los culpables reagrava mis sentimientos. Yo estoy devorado por sus suplicios y por los míos.

Mientras tanto, continuamos los trabajos de la reforma, pero con pocas esperanzas, por la naturaleza de las cosas que nos rodean. La América es un mundo herido de maldición, desde su descubrimiento hasta los términos de la predicción.



Adiós, mi querido coronel.



Soy de Vd. de corazón.



BOLÍVAR.

Traducción