DOCUMENTO 1681. BLANCO Y AZPURUA, XII, 436, O. C. B. CARTA DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR A J. M. DEL CASTILLO, FECHADA EN BUCARAMANGA EL 15 DE MAYO DE 1828, PROFESANDO ALGUNOS SENTIMIENTOS A COLOMBIA Y MANIFESTANDO QUE SUSPENDERÁ SUS ASPIRACIONES, MIESTRAS AGUARDA TRANQUILO EL RESULTADO DE LO QUE HAGAN.

Sección
34) Período (02ENE AL 26DIC 1828) O.C.B.

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Palabras Clave

Descripción:
Bucaramanga, 15 de mayo de 1828.

AL. SEÑOR J. M. DEL CASTILLO.

Mi Querido Amigo y Señor:

He visto las dos apreciables cartas de Vd. traídas por O´Leary y Herrera. Desde luego, hago tregua a mis sentimientos y designios: suspendo, pues, la acción de mis deseos, los colgaré del ánimo de mis amigos y esta carga les impone la necesidad de justificar mi confianza. Lo que Vd. me ha dicho me hace volver a entrar en la carrera de las esperanzas. Un párrafo de su carta lo ha dicho todo: este párrafo es la profecía que deseo ver cumplir. Lo repetiré para, que no llegue a olvidarse: ""No haremos nada que no sea muy útil; en caso contrario suspenderemos las sesiones y las reformas hasta otra época, y si nada de esto se consigue, nos iremos, denunciando a la execración pública los motores del mal"". Esta gradación es perfecta y contiene cuanto se puede hacer. Por lo mismo yo me tranquilizaré y aguardaré sin impaciencia el bien que hagan mis amigos. Herrera no ha dicho nada, ni O´Leary ha logrado otra cosa que confirmarme en la idea que había concebido de los esfuerzos extraordinarios que Vds. hacían por salvar la república. Esta causa misma me animó a mudar de proyecto, ya que no era posible obtenerse lo más conveniente. Como yo estaba resuelto a no servir a Colombia sino con utilidad, debía decir a Vds. todo lo que pasaba en mi espíritu y mi manifestación era una prueba de los mismos sentimientos que he profesado siempre. Estos nunca se han dirigido a hacer el bien, sino a evitar males que yo considero infalibles, porque nuestra horrorosa situación nos obliga a escoger entre lo peor, y sea lo que fuere, ningún partido será nuevo, ningún acierto lograremos. En perplejidad tan horrible, hasta la desesperación me aconseja la inactividad y la sumisión a la suerte; mas, no deje Vd. de acordarse siempre de su sentencia admirable: que los consejos de la timidez no dejan nunca de tener resultados infaustos. Yo llevaré esta divisa a condición que Vds. juren seguirla. Vd. lo ha dicho, y, por lo mismo, yo tomo a Vd. la palabra obligándome al mismo compromiso. Que sea, pues, nuestro estandarte fatalidad para la timidez. Cuando me hablan de valor y de audacia siento revivir todo mi ser, y vuelvo a nacer, por decirlo así, para la patria y para la gloria. ¡Cuan dichosos fuéramos si nuestra sabiduría se dejara conducir por la fortaleza! Entonces yo ofrecería hasta lo imposible: entonces se salvarla Colombia y el resto de la América también. Que se unan, pues, todos nuestros amigos en este sentimiento, y se alejarán para siempre de mi boca esas indignas palabras de peligro y temor; que me manden salvar la república, y salvo la América toda; que me manden desterrar la anarquía, y no queda ni su memoria. Cuando la ley me autoriza, no conozco imposibles. No son jactancias ni presunciones vanas estas ofertas de mi corazón y de mi patriotismo: no, amigo, quien ha podido presidir a tantos prodigios, tiene derecho para esperarlo todo.

Ruego a Vd. que vea la carta que escribo al general Briceño y aunque su estilo es muy diferente, mi corazón es uno y cuente Vd. con él para todo, como el de su mejor amigo.

BOLÍVAR.

Traducción