DOCUMENTO 1178 RELATO DE LAS OPERACIONES DEL EJÉRCITO LIBER­TADOR QUE CULMINARON CON LA CAPITULACIÓN DE BOGOTÁ, HECHO DE ORDEN DE BOLÍVAR POR EL MAYOR GENERAL MI­GUEL CARABAÑO EN DICHA CIUDAD EL 19 DE ENERO DE 1815*

Sección
6) Período (20SEP 1814 AL 08MAY 1815) Correspondencia Oficial

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Palabras Clave

Descripción:
Descripción de las operaciones del Ejército Libertador de Cundinamarca[ 1 ] desde su salida de la ciudad federal de Tunja basta la en­trada en esta capital[ 2 ]

Es por la historia como se transmiten a la posteridad las acciones de los hombres que por sus proezas se hacen dignos de ocupar un lugar en ella, y jamás los hechos memorables podrían ser pasados exactamente a remotos tiempos, si los escritores no tuviesen la de­bida exactitud en pintar los pasajes cual ellos son o han sido, resul­tando de estas faltas que el cobarde podría parecer valiente, el denodado pusilánime, y la buena o mala acción quedar silenciosa, y sucedería que no se podría alabar al bueno y vituperar al malo. Estas consideraciones me hacen no ser indiferente al modo con que puede escribirse la historia de nuestra gloriosa revolución, cuyos volúmenes serán compuestos de la reunión de las diferentes des­cripciones que los presentes escritores hagan de nuestras campañas y acontecimientos políticos; y como quiera que la de la libertad de esta Provincia ha de formar uno de los artículos más interesantes, yo quiero presentar un cuadro fiel de las operaciones de la tropa de la República, desde su salida de la ciudad federal de Tunja hasta el memorable día de la ocupación de esta ciudad por medio de la honrosa capitulación que ha aumentado las glorias del General Bolívar y ha disipado el odio a que se hacía acreedor el tiránico Gobierno que oprimía a estos habitantes.

Usaré del estilo propio de un militar: me expresaré con el idioma de la verdad y con el acierto que es natural a un testigo ocular de la mayor parte de los hechos, y que por razón de su empleo ha te­nido una noticia exacta de los que no ha presenciado; por lo tanto el siguiente es el orden de las operaciones.

El día 1° de Diciembre marcharon de Tunja los “Soberbios Dra­gones de Caracas”, al mando del ciudadano Mayor General de ca­ballería Coronel Bartolomé Chaves, quien con su descubierta de cuatro soldados y un cabo, el 3 del mismo atacó y ocupó el Puente del Común, que se hallaba guarnecido por un destacamento, al parecer de observación, pues tal indicó la poca o ninguna resisten­cia que hicieron en un punto donde pudieron haber disputado bastantemente el paso.

El 2 del enunciado emprendieron su marcha los “Batallones de Barlovento, Valencia (ahora Caracas), Guaira y El Socorro”; el 3, la “Caballería Ligera”, y el 4, el “Batallón de Tunja” y demás gente colecticia que se había reunido para emplearse en el servicio de campaña.

El 5 la infantería de la vanguardia se reunió en Zipaquirá, y el 6 todo el Ejército, menos el “Batallón de Tunja”, que lo hizo en el Puente del Común, desde donde marchó al pueblo de Chía para pasar la noche, en la cual se recibió el parte de haber ocupado el Mayor General Chaves a Puente Grande, después de una pequeña escaramuza.

El 7 emprendió el Ejército la marcha, concluyéndola en el sitio de Techo, donde se acampó; habiéndose destinado al pasar por Bogotá al Teniente Coronel Lara[ 3 ] con veinte hombres para que fuese a Facatativá a detener la persona del Coronel Luis Girardot[ 4 ], destinado a Honda[ 5 ] por el Gobierno intruso a buscar pólvora. Este mismo día se ocupó el Puente de Bosa por un destacamento.

El 8 Su Excelencia el General en Jefe, con parte de su Estado Mayor y diez dragones de veinte que se hallaban en el Puente Aranda, se aproximó a hacer un reconocimiento a esta ciudad, lo que verificó sin que le hubiesen molestado los sitiados, a pesar de verlo tan poco distante de su campo y con tan corta escolta; siendo tanta la cobardía que no hubo uno que se atreviese a salir contra el Edecán Pumar[ 6 ], que se acercó hasta la bocacalle de San Victorino.

Este mismo día pequeñas partidas de caballería tomaron todo el ganado caballar y vacuno que se halló por los exteriores de la ciudad.

El 9 se puso todo el Ejército en movimiento hacia la ciudad, enfrente de la cual se formó en dos líneas, compuesta la primera de los “Batallones de Barlovento, Cazadores y La Guaira”; la segunda de “El Socorro y Tunja”, y la “Caballería Ligera” en reserva. Dispues­tas las tropas de esta manera, empezaron a acercarse, moviéndose los costados de la primera línea y a proporción el resto, habiendo avanzado la derecha, compuesta del invicto “Barlovento”, un piquete de “Soberbios Dragones de Caracas” y un escuadrón de lanceros de Tunja y Santa Rosa, hasta inmediato de una batería que los sitiados tenían por la izquierda de la ciudad y bajo cuyos fuegos se les quitó el resto del ganado que había en la línea exterior, y habién­doles hecho conocer el poco temor que las tropas republicanas tienen a la artillería y el ninguno que impusieron a los lanceros, que con la mayor serenidad sufrieron varias descargas de metralla, de que fueron cubiertos sin haberles ocasionado ningún daño.

La izquierda, compuesta del “Batallón de La Guaira, Cazadores” y alguna caballería con el General de Brigada Palacios[ 7 ] y el Coronel Montúfar[ 8 ], penetraron hasta Sanfagón, sin que nadie se las disputase, y algunas partidas intermediarias de infantería y Dragones lo hi­cieron picar el centro hasta la bocacalle de San Victorino, cuya batería no hizo otra cosa que tirar algunos cañonazos, que fueron oídos y recibidos con el desprecio que inspira una arma cuyo estruen­do en nada corresponde al daño que hace, y que sólo sirve para provocar al valiente y hacer confiar al cobarde. Tal es en mi concepto la triste idea que tengo formada del cañón.

Su Excelencia el General en Jefe no llevaba otra mira que la de practicar un reconocimiento del terreno, lo que verificó bien a su gusto con esta operación, la cual hecha mandó ejecutar la reti­rada al campamento de Techo, que se hizo sin que nadie osase disputarlo, ni aun a una partida de Dragones que muy separada del Cuerpo del Ejército se quedó cubriendo la espalda y recogiendo algún ganado que el día antes no se había acabado de recoger, y vieron los sitiados transportar sin dar un paso a evitarlo.

La tarde y noche de este día fue destinado el Mayor de Brigada Fernando Carabaño[ 9 ], con los Zapadores, a hacer practicable el campo, cegando varias zanjas desde Puente Aranda hasta las inme­diaciones de la ciudad.

El 10 a las siete de la mañana se batió la generala en el campa­mento, se acampó y verificó la marcha por columnas, llevando la vanguardia el invicto “Batallón de Barlovento, Soberbios Dragones” y un escuadrón de caballería de lanceros. A un tiro de piedra del Puente de Aranda se dirigieron las tropas haciendo una diagonal, y hacia la izquierda de la ciudad, como quien va al barrio de Santa Bárbara. El invicto “Batallón de Barlovento”, que iba bastante avan­zado con algunos dragones, y Su Excelencia el General en Jefe, que a la cabeza de las tropas las conducía al campo de honor, se encontraron por el lado de Pucha con el Cuerpo auxiliar de esta ciudad, compuesto de más de trescientos hombres y dos piezas de artillería que trataron de disputar el paso, pero habiendo sido aco­metido por los valientes Cazadores del invicto Barlovento al man­do del Capitán José María Palacios, abandonaron el terreno ver­gonzosamente, dejando en nuestro poder el avantrén con el cajón de municiones y muías que tiraban uno de los cañones, resultando de tan vigoroso ataque que a la media hora fue ocupado el barrio de Santa Bárbara, y las calles se disputaron, habiéndonos costado la pérdida del Teniente Pacheco, que murió valerosamente avanzando hacia el enemigo, y habiendo sido heridos los Subtenientes Alvarez, Sandoval, López y algunos otros.

Al Sargento Mayor José Anzoátegui[ 10 ] le mataron el caballo, y el Capitán Francisco Piñango[ 11 ] tomó una pieza de artillería.

El resto del Ejército, que no había tenido parte en esta primera acción por haber quedado atrasado, se incorporó para verificar ope­raciones ulteriores que empezaron a tener al momento su principio, pues el “Batallón de los Bravos del Socorro”, a las órdenes de su Comandante ciudadano Lino Ramírez[ 12 ], con la celeridad del rayo y derrotando las partidas que se oponían a su tránsito en boca­calles, casas, y un fuerte destacamento que había en Belén, ocupó su barrio sobre Egipto a costa de la muerte de dos soldados, dos heridos y el caballo del Comandante, perfeccionando un semi­círculo o media luna, que era la figura de nuestra línea hasta las dos de la tarde.

Habiendo sido molestada por el enemigo la Caballería Ligera, que se hallaba en la línea exterior, o campo fuera de la ciudad, se le envió un refuerzo de cuarenta infantes a las órdenes del Teniente Blanco, que la sostuvo, y se acercó a las inmediaciones del barrio de San Victorino.

A las dos de la tarde el Ayudante General Coronel Carlos Montúfar pidió un destacamento de cien fusileros, los cuales fueron mandados por el valiente y desgraciado Capitán Joaquín Salas[ 13 ], quien, incorporado a los primeros que fueron con el Teniente Blan­co, se dirigió frente de San Victorino, donde reunidos con una par­tida de los Soberbios Dragones de Caracas, con el Mayor General de caballería Bartolomé Chaves y Comandante Alcántara[ 14 ], embis­tieron de frente por la Alameda, con el mayor denuedo, a la ba­tería, cuyo horroroso fuego no los intimidó ni contuvo hasta apro­ximarse a tiro de pistola en la primera esquina, detrás de la cual se retiraron, habiendo tomado la infantería hacia la izquierda con Salas, en donde ocupó otra calle y perfeccionó este costado de la línea, quedando la Caballería Ligera retirada en las sabanas del frente para atender donde conviniese.

La misma tarde por el centro o barrio de Santa Bárbara tuvimos la desgracia de que nos hiriesen gravemente al Teniente Miguel Torres [ 15 ], quien murió a las doce de aquella noche.

El 11 fue atacada la batería de San Victorino con las tropas que el día anterior se habían aproximado, mandadas por el Coronel Serviez [ 16 ], Comandante General de la caballería, y a las ocho del día ya ocupaba la plaza y barrio, aunque con la desgracia de haber sido herido gravemente en una pierna, contuso el Mayor General Chaves, muertos los caballos del Comandante Alcántara y Teniente Coronel Omaña[ 17 ], y algunos soldados también heridos.

Al mismo tiempo el centro se puso en movimiento bajo la direc­ción de los Generales Urdaneta[ 18 ] y Palacios, y a la misma hora que obtuvo por la izquierda sus triunfos el Coronel Serviez, ya los sitiados estaban reducidos a la plaza mayor, habiendo tenido por nuestra parte la pérdida de los Tenientes Hidalgo y González, y el Subteniente Peña herido, con algunos soldados de los primeros, cuyo número se omite por haberse expresado ya en los Boletines.

Entre seis y siete de la mañana varias partidas de guerrillas extra­jeron de los corrales de la misma ciudad todo el ganado vacuno y caballar, que pasaría de más de dos mil cabezas.

A las diez de la mañana el ciudadano José María Lozano[ 19 ], en otro tiempo Marqués de San Jorge, se interpuso con Su Excelencia el General en Jefe, pidiéndole suspendiese las hostilidades, prome­tiendo ser agente de unas capitulaciones que terminasen la guerra. Su Excelencia, que no deseaba otra cosa que ahorrar la sangre ame­ricana, accedió al momento a las proposiciones y mandó calmar el furor de las tropas, que hubieran entrado hasta la plaza misma, y que de un instante a otro vieron a sus enemigos como unos herma­nes, sólo por la insinuación de su generoso Jefe; sin embargo de esto, que se estaba tratando con el Gobierno, y de que los redobles y banderas blancas indicaban armisticio o parlamento, los facciosos de la plaza no cesaron sus fuegos, en términos de habernos herido algunos soldados y muerto el caballo del General Palacios al tiempo que recorría la línea, no como un guerrero sino como un pacifica­dor que iba ordenando a los soldados suspendiesen el furor de la guerra para tratar de la paz; siendo tanta la locura de los sitiados, que tuvieron el atrevimiento de intimar rendición al Comandante del Barlovento, que se hallaba en el Observatorio Astronómico, suponiéndole hallarse prisionero nuestro General en Jefe, y hasta cometiendo la felonía de hacer prisioneros al Edecán Mares[ 20 ] y Ayudante Santinily[ 21 ], que bajo la buena fe del armisticio se habían acercado a hablar con los sitiados, resultando de semejante conduc­ta, y en uso de la represalia, que asegurásemos al Teniente Coronel Urdaneta[ 22 ], Capitán Posse[ 23 ], ciudadano Antonio Castillo y Teniente Coronel de Cartagena José María Somoyar, que servía de Ayudante del General Leiva[ 24 ]. En fin, la estrechez en que los pusimos y tres o cuatro cañonazos tirados sobre el Palacio desde la altura de Belén, hicieron al Presidente Alvarez[ 25 ] y General Leiva acercarse personalmente a Su Excelencia el General en Jefe, con quien trata­ron de capitulación que fue ratificada a las nueve de la mañana del 12, hora en que ocupamos la plaza mayor y se empezó a limpiar la ciudad de cadáveres, entre los cuales se encontró el del llorado Capitán Joaquín Salas, traspasado de infinidad de lanzazos, y. . . Pero echemos a esto un velo, pues el cumplimiento de las capitu­laciones exige olvido de lo pasado.

He aquí la campaña que ha traído la libertad a Santa fé, y yo emplazo a que me desmienta el que crea que he desfigurado los hechos.

Las ventajas que ha producido lo acreditan las providencias que se han tomado después de la entrada de nuestras tropas: trescientos treinta y seis hombres bien armados marchan con el General Urda­neta a reforzar el ejército del Norte; fusiles, lanzas, municiones, botiquín, cirujanos, armerías y Oficiales de caballería se dirigen a Casanare con el Teniente Coronel Lara. Cerca de dos mil hombres bien uniformados, entre ellos una brigada de artillería, marchan al Magdalena. Al batallón del Socorro se le ha completado su ar­mamento y fuerza. En la maestranza se trabaja con actividad; los españoles se alejan del país, y el Gobierno general[ 26 ] se acerca a consumar la felicidad de estos hasta ahora oprimidos pueblos. La Providencia permita que la sangre derramada, las víctimas sacrifi­cadas y nuestros trabajos no sean infructuosos para que la posteri­dad por quien trabajamos nos remunere con su memoria.

Cuartel General de Santa fé, enero 19 de 1815.

MIGUEL CARABAÑO, Mayor General.

* De un impreso moderno. “Boletín de Historia y Antigüedades”, año V, N° 59, Bogotá, mayo de 1909, pp. 675-681. La Comisión Editora no ha tenido a la vista el original. Sobre el firmante, véase la nota 1 del Doc. nú­mero 943- Aunque este documento fue publicado como del 19 de enero de 1814, es, indudablemente, del 19 de enero de 1815, y así se ha corregido. Fue publicado en folleto de 8 páginas en Santafé de Bogotá, 1815, del cual se conserva un ejemplar en el fondo Quijano Otero de la Biblioteca Nacio­nal de Bogotá.

NOTAS

1) Es decir, ""que libertó a Cundinamarca"".
2)
La ciudad de Santafé de Bogotá.
3)
Jacinto Lara. La mención ""Bogotá"" se refiere al actual pueblo de Punza.
4)
Luis Girardot, el padre del héroe Atanasio.
5)
Honda. Puerto fluvial del Magdalena.
6)
Domingo Fumar. Véase la nota principal del Doc. N° 939-
7)
Florencio Palacios. Véase la nota 3 del Doc. N° 943.
8)
Carlos Montúfar. Véase la nota 2 del Doc. N° 987.
9)
Véase, sobre Fernando Carabaño, hermano de Miguel, la nota 1 del Doc. N° 1.034.
10)
El más tarde General José Anzoátegui. Véase el Doc. N° 981,

nota 2.
11)
Francisco Piñango. Véase la nota 2 del Doc. N°1.053.
12)
Lino María Ramírez. Véase la nota 1 del Doc. N° 981.
13)
Joaquín Salas. Murió, como se dice más abajo, en esta acción.
14)
Francisco de Paula Alcántara (Caracas, 1778-La Victoria, 1848),

prócer militar venezolano, más tarde General.
15)
Miguel María Torres, nacido en Arenales, cerca de Carora, herma­no del prócer Pedro León Torres.
16)
Manuel Roergas de Serviez. Véase la nota 4 del Doc. N° 943.
17)
Existen varios patriotas de apellido Omaña, o Umaña: Enrique,

quien fue Corregidor de Zipaquirá; Joaquín, quien fue fusilado por los realistas en Leiva en abril de 1816, y algún otro. No hemos podido preci­sar de cuál se trata.
18)
Rafael Urdaneta. Véase la nota 39 del Doc. N° 926.
19)
José María Lozano, ex-Marqués de San Jorge.
20)
Dos oficiales de apellido Mares aparecen en la documentación de la Primera República: Antonio José y Pedro (o Pedro José) Mares, pro­bablemente hermanos. Del primero se sabe que en mayo de 1811 fue nom­brado en Caracas por el Triunvirato Ejecutivo subteniente de Milicias de

Blancos de Aragua, y en agosto del mismo año fue pasado, con el mismo

grado, a un Batallón Veterano. Del segundo, que en mayo de 1811 era sub­teniente de bandera del Batallón de Milicias de Blancos de Caracas, consta

que falleció en la misma ciudad en 1852, siendo Coronel graduado, luego

de haber participado activamente en las campañas de la independencia.
21)
Sic. Posiblemente se refiere al oficial patriota Luis Santinelli, o a

algún familiar. Véase la nota 1 del Doc. N° 261 en la Correspondencia Oficial.
22)
Debe de tratarse del entonces Teniente Coronel Francisco Urdaneta (Montevideo, 1791-Bogotá, 1861) más tarde General de la República,

de larga y variada carrera militar: en su ciudad natal, junto al Virrey Liniers, en 1806-1807; en Guayaquil y Cuenca (Ecuador) en 1809; en Bo­gotá, ya incorporado a la causa republicana, de 1810 a 1813; en la campa­ña del Sur de la Nueva Granada 1813-1814 y de nuevo en Bogotá; en la región de Cúcuta en 1815; prisionero en 1816 y conducido a Cartagena, logró fugarse en 1817. Combatió luego en el oriente de Venezuela y en la

campaña del sur de la Nueva Granada. Más tarde fue gobernador de Popayán, Comandante General de la Provincia de Mariquita, Gobernador y Co­mandante de Armas de la de Antioquia. Ascendido a General de Brigada en 1829, sirvió en la Nueva Granada nuevamente a partir de 1839, hasta su muerte.
23)
Manuel Vásquez Posse. Véase la nota 1 del Doc. N° 1.137.
24)
José Ramón Leiva. Véase la nota 2 del Doc. N° 990.
25)
Manuel Bernardo Alvarez. Véase la nota 1 del Doc. N° 957.
26)
El de las Provincias Unidas, que había salido ya de Tunja para ir a Bogotá.

Traducción