DOCUMENTOS 10287 CARTA DE SIMÓN BOLÍVAR PARA EL GENERAL FRANCISCO DE PAULA SANTANDER, FECHADA EN AREQUIPA EL 20 DE MAYO DE 1825. LE COMENTA A CERCA DE LOS INCONVENIENTES POLÍTICOS, DE LA REUNIÓN DEL CONGRESO EL 10 DE FEBRERO DE 1826 Y DEL CONGRESO DE PANAMÁ. LE INFORMA DE SU LLEGADA A LA CIUDAD DE AREQUIPA Y DE LA BUENA IMPRESIÓN QUE LE HA CAUSADO DICHA URBE. LE HABLA ACERCA DE SUS MAESTROS SIMÓN RODRÍGUEZ, ANDRÉS BELLO Y DEL PADRE ANDUJAR Y DE LOS BUENOS RECUERDOS QUE DE ELLOS TIENE. TAMBIÉN LE HABLA DE SU PRIMERA ESTADÍA EN MADRID Y DE SUS RELACIONES CON EL SABIO EL MARQUÉS DE USTÁRIZ.*

Sección
29) Período (02ENE AL 30JUN 1825) Correspondencia Oficial

Personas

Lugares

Palabras Clave

Descripción:
Arequipa, 20 de mayo de 1825.

Mí Querido General:



El teniente coronel Elizalde [ 1 ]] sobrino del general Lámar [ 2 tomado el texto de: Archivo de

NOTAS

1) Antonio Elizalde.
2)
Gran Mariscal José de La Mar. y oficial de Colombia, como hijo de Guayaquil, va en comisión cerca de usted a conducir las banderas que ha tomado al enemigo el Ejército Libertador, mandadas por el general Sucre.



Este general me dice que escribe a usted muy largamente sobre todos los negocios del ejército y yo me alegro mucho de ello para que usted esté informado de su estado actual y positivo.

Supongo que usted habrá estado bastante incómodo con estar privado de aquellos partes y estados que se deben mandar a todo gobierno por las tropas de su dependencia: no debe usted extrañarlo tanto si se considera que yo que estoy más cerca no sé nada sino por cartas confidenciales, pues ni el general Sucre ni yo tenemos estado mayor, porque absolutamente no hay nadie que lo desempeñe. El país en que obrarnos pasa de mil leguas y apenas son cuatro hombres los que pueden desempeñar uno que otro encargo muy importante. Estamos creando dos repúblicas a la vez: conquistándolas y organizándolas: estamos rodeados de inconvenientes políticos; porque la justicia y nuestra delicadeza exigen miramientos que no debemos desatender. El Alto Perú es de la antigua dependencia del virreinato de Buenos Aires: el Congreso de esta república no determina nada definitivo ni claramente. Nosotros no debíamos dejar el país en poder del enemigo ni de la anarquía. Dichas provincias no quieren ser ni peruanas ni argentinas, sino independientes. Así, estamos llenos de embarazos para salir ilesos de un compromiso tan complicado como difícil. Toda mi política la fío en la buena fe y espero por lo mismo un resultado honroso.



He mandado reunir el Congreso peruano para el 10 de febrero próximo, a fin de que la representación del Perú transija sus dificultades con sus vecinos. Luego que haya dado este paso me voy para Colombia a vivir libre de cuidados algunos meses y continuar después mi marcha a cualquier parte que no sea Colombia. Si el gobierno me quisiere emplear en México como agente diplomático me alegrará porque al fin es un país agradable, sano e independiente.



A propósito de México: un amigo de Victoria General Manuel Félix Fernández, llamado Guadalupe. Político mexicano (1786-1843). Primer

presidente de la República de México (1824-1829). me ha escrito instándome mucho para que se verifique la federación: con este motivo yo he instado al gobierno del Perú para que vuelen sus diputados al Istmo. El mismo amigo me dice que México sufragará en mí para generalísimo de la unión. Yo no quiero tal generalato, aunque mucho me lisonjea, y mucho agradezco a los mexicanos la buena opinión que les merezco. Suplico a usted que prevenga a los diputados al Istmo a que de ningún modo convengan en que un general de Colombia y en particular yo, sea nombrado como jefe militar de la liga. Este paso no es honroso y no nos atraerá sino rivalidades y disgustos.



No se olvide usted jamás de las tres advertencias políticas que me he atrevido a hacerle: 1a Que no nos conviene admitir en la liga al Río de la Plata. 2a A los Estados Unidos de América; y 3a No libertar a La Habana.

Estos tres puntos me parecen de la mayor importancia, pues creo que nuestra liga puede mantenerse perfectamente sin tocar a los extremos del Sur y del Norte y sin el establecimiento de una nueva República de Haití. Los españoles, para nosotros ya no son peligrosos, en tanto que los ingleses lo son mucho, porque son omnipotentes, y por lo mismo terribles.

Con respecto a La Habana nos conviene decir a España, que si no hace la paz, pronto estará privada de sus dos grandes islas. Ya he dicho a usted antes esto mismo; y lo repito por si acaso no ha llegado a manos de usted mi carta. El general Sucre tiene muchas ganas de que se verifique la expedición, pero yo no he podido verlo aún para explicarle mis ideas. Luego que se tome el Callao, que será en todo agosto, mandaré al Istmo tres mil soldados del Sur de las tropas de Colombia. Antes me lo hago, porque no sé si usted estará pronto en el Istmo, y porque la escuadra que debe conducirlos está bloqueando el Callao. Sin embargo, si usted los quiere, no tiene más que pedirlos, aunque yo supongo que usted no los necesitará por ahora. Todavía no sé a punto fijo quién irá con éstas tropas, ni qué batallones, porque esto dependerá de la resolución del momento y de la posición de las tropas. De todos modos usted tendrá estas tropas y más si quiere para aquel tiempo; para que las destine donde crea conveniente, en la inteligencia de que serán hombres sanos de cuerpo y alma, utilísimos en los países amenazados del contagio revolucionario; pero desde luego vuelvo a repetir que los coloquen en Turbaco o en Ocaña, en Valencia o en Caracas, hasta que se hayan aclimatado bien y puedan guarnecer las plazas fuertes. Sobre esto, dé usted sus medidas previas, no solamente con respecto a estos tres mil hombres, sino otros tres mil más que pueden ir luego que usted los pida: todos suranos. De resto, no cuente usted con que puedan ir más sino veteranos de Cundinamarca y Venezuela, que en el Sur pueden ser utilísimos lo mismo que en Cundinamarca donde el espíritu público es tan excelente y digno a la verdad de componer el alma de Colombia.



He llegado a esta ciudad hace ocho días: es país es bastante hermoso y las gentes agradables. Nuestros colombianos habían sido antes tan bien tratados aquí, que les agradaba tanto, que me habían hecho concebir la idea de que rivalizaba3 a Lima; pero es falso: las reliquias de Lima son preferibles a la esplendidez de Arequipa.



Esta ciudad es una gentil pastora, y Lima una hermosa matrona despojada por los ladrones y un poco maltratada por el tiempo; sin embargo, Arequipa es la segunda ciudad del Perú, aunque la de los Incas es más grande; pasaré aquí quince o veinte días más arreglando los negocios domésticos, que estaban en bastante confusión: luego pasaré al Cuzco con la mira de visitar el templo del Sol, las ruinas de los Incas, y arreglar aquel departamento que no debe estar muy en el orden. En agosto pasaré al Alto Perú.

Aquí he visto la división de Lara que tiene 3.500 hombres en el pie más brillante del mundo, lo mismo dicen que está la de Córdova. Estas tropas están muy bien vestidas, pagadas y alimentadas: la división de Colombia ha costado más de medio millón en tres meses, y quién sabe si mucho más.

Sólo aquí se han gastado más de cuatrocientos mil duros. Llamado también: peso duro. Moneda equivalente a 5 pesetas. Así es que todo el ejército de Colombia bien puede haber costado un millón de pesos en los meses de este año, sin contar la raciones, que casi todas las ha dado el pueblo. Bien lo merece este bello ejército, y yo espero dos millones de pesos de Inglaterra para completar su paga sin dejar nada de atrasados.



Usted verá el decreto que le acompaño sobre el Alto Perú: los de Buenos Aires desean lo mismo que aquellas provincias: todos quieren que se consulte la voluntad del pueblo, por lo que no he tenido inconveniente en ello: al contrario, yo lo deseaba más que nadie, pero como no me hallaba expresamente autorizado por el Congreso, no lo había hecho antes. En el día he dado este decreto por manifestar mi complacencia hacia el Río de la Plata, hallándome persuadido de que ningún le resultara al Perú de este paso liberal.

Tenga usted la bondad de entenderse con el gobierno de Lima, con respecto a los tres mil hombres que deben ir al Istmo, pues probablemente yo estaré en el Alto Perú cuando llegue la resolución de usted: los buques deben venir del Callao pues por estas costas hay muy pocos, siendo hasta ahora el comercio de poca monta, no habiendo permitido antes los españoles la apertura de estos puertos.



He visto con mucho gusto en un artículo del Morning Chronicle el reconocimiento de Colombia y México, ofreciendo para después el de Buenos Aires. Con respecto a Chile, dice que no tiene buenos informes el gobierno inglés, y del Perú y Guatemala no dice nada; ya dirá después de Ayacucho, que es un excelente negociador y un gran principio de orden político. También he visto con infinito gusto lo que dice de usted Mr. de Mollien.5 A la verdad la alabanza de un godo servil, embustero, con respecto a un patriota que manda una república, no deja de ser muy lisonjero. El que dice que usted tiene talentos rarísimos de encontrarse. Esto es de un europeo que presume de sabio: que le pagan para que acredite a los nuevos estados. Mucho me he alegrado del sufragio que usted ha merecido de este caballero. Lo que dice de mí es vago, falso e injusto. Vago, porque no asigna mi capacidad; falso, porque me atribuye un desprendimiento que no tengo; e injusto, porque no es cierto que mi educación fue muy descuidada, puesto que mi madre y mis tutores hicieron cuanto era posible porque yo aprendiese, me buscaron maestros de primer orden en mi país. Robinson Samuel Robinson. Nombre con el cual era conocido Simón Rodríguez, maestro que fue del Libertador. que usted conoce, fue mi maestro de primeras letras y gramática; de bellas letras y geografía, nuestro famoso Bello: se puso una academia de matemáticas sólo para mí por el padre Andujar, que estimó mucho el Barón de Humboldt. Después me mandaron a Europa de continuar mis matemáticas en la academia de San Fernando; y aprendí los idiomas extranjeros con maestros selectos de Madrid: todo bajo la dirección del sabio marqués de Ustáriz en cuya casa vivía. Todavía muy niño, quizá sin poder aprender, se me dieron lecciones de esgrima, de baile y de equitación. Ciertamente que no aprendí ni la filosofía de Aristóteles, ni los códigos del crimen y del error; pero puede ser que Mr. de Mollien no haya estudiado tanto como yo a Lock, Condillac, Buffon, Dalambert, Helvetius, Montesquieu, Mably, Filanger, Lalandes, Rousseau, Voltaire, Rollin, Berthot y todos los clásicos de la antigüedad, así filósofos, historiadores, oradores y poetas; y todos los clásicos modernos de España, Francia, Italia y gran parte de los ingleses. Todo esto lo digo muy confidencialmente para que no crea que su pobre presidente, ha recibido tan mala educación como dice Mr. de Mollien y aunque por otra parte yo no sé nada, no he dejado sin embargo, de ser educado como un niño de distinción puede serlo en América bajo el poder español.

Dicen que soy difuso; mejor diría que no era correcto, pues realmente no lo soy por precipitado, descuidado e impaciente; no sé cómo pueda ser difuso un hombre impaciente y precipitado. Yo multiplico las ideas en muy pocas palabras, aunque sin orden ni concierto.

Soy de usted, mi querido general, de todo corazón,

BOLÍVAR

*De un impreso moderno: Simón Bolívar, Obras completas, tomo II, pp. 134-137. El compilador dice haber
3)
Gran Mariscal José de La Mar.
4)
General Manuel Félix Fernández, llamado Guadalupe. Político mexicano (1786-1843). Primer

presidente de la República de México (1824-1829). me ha escrito instándome mucho para que se verifique la federación: con este motivo yo he instado al gobierno del Perú para que vuelen sus diputados al Istmo. El mismo amigo me dice que México sufragará en mí para generalísimo de la unión. Yo no quiero tal generalato, aunque mucho me lisonjea, y mucho agradezco a los mexicanos la buena opinión que les merezco. Suplico a usted que prevenga a los diputados al Istmo a que de ningún modo convengan en que un general de Colombia y en particular yo, sea nombrado como jefe militar de la liga. Este paso no es honroso y no nos atraerá sino rivalidades y disgustos.



No se olvide usted jamás de las tres advertencias políticas que me he atrevido a hacerle: 1a Que no nos conviene admitir en la liga al Río de la Plata. 2a A los Estados Unidos de América; y 3a No libertar a La Habana.

Estos tres puntos me parecen de la mayor importancia, pues creo que nuestra liga puede mantenerse perfectamente sin tocar a los extremos del Sur y del Norte y sin el establecimiento de una nueva República de Haití. Los españoles, para nosotros ya no son peligrosos, en tanto que los ingleses lo son mucho, porque son omnipotentes, y por lo mismo terribles.

Con respecto a La Habana nos conviene decir a España, que si no hace la paz, pronto estará privada de sus dos grandes islas. Ya he dicho a usted antes esto mismo; y lo repito por si acaso no ha llegado a manos de usted mi carta. El general Sucre tiene muchas ganas de que se verifique la expedición, pero yo no he podido verlo aún para explicarle mis ideas. Luego que se tome el Callao, que será en todo agosto, mandaré al Istmo tres mil soldados del Sur de las tropas de Colombia. Antes me lo hago, porque no sé si usted estará pronto en el Istmo, y porque la escuadra que debe conducirlos está bloqueando el Callao. Sin embargo, si usted los quiere, no tiene más que pedirlos, aunque yo supongo que usted no los necesitará por ahora. Todavía no sé a punto fijo quién irá con éstas tropas, ni qué batallones, porque esto dependerá de la resolución del momento y de la posición de las tropas. De todos modos usted tendrá estas tropas y más si quiere para aquel tiempo; para que las destine donde crea conveniente, en la inteligencia de que serán hombres sanos de cuerpo y alma, utilísimos en los países amenazados del contagio revolucionario; pero desde luego vuelvo a repetir que los coloquen en Turbaco o en Ocaña, en Valencia o en Caracas, hasta que se hayan aclimatado bien y puedan guarnecer las plazas fuertes. Sobre esto, dé usted sus medidas previas, no solamente con respecto a estos tres mil hombres, sino otros tres mil más que pueden ir luego que usted los pida: todos suranos. De resto, no cuente usted con que puedan ir más sino veteranos de Cundinamarca y Venezuela, que en el Sur pueden ser utilísimos lo mismo que en Cundinamarca donde el espíritu público es tan excelente y digno a la verdad de componer el alma de Colombia.



He llegado a esta ciudad hace ocho días: es país es bastante hermoso y las gentes agradables. Nuestros colombianos habían sido antes tan bien tratados aquí, que les agradaba tanto, que me habían hecho concebir la idea de que rivalizaba3 a Lima; pero es falso: las reliquias de Lima son preferibles a la esplendidez de Arequipa.



Esta ciudad es una gentil pastora, y Lima una hermosa matrona despojada por los ladrones y un poco maltratada por el tiempo; sin embargo, Arequipa es la segunda ciudad del Perú, aunque la de los Incas es más grande; pasaré aquí quince o veinte días más arreglando los negocios domésticos, que estaban en bastante confusión: luego pasaré al Cuzco con la mira de visitar el templo del Sol, las ruinas de los Incas, y arreglar aquel departamento que no debe estar muy en el orden. En agosto pasaré al Alto Perú.

Aquí he visto la división de Lara que tiene 3.500 hombres en el pie más brillante del mundo, lo mismo dicen que está la de Córdova. Estas tropas están muy bien vestidas, pagadas y alimentadas: la división de Colombia ha costado más de medio millón en tres meses, y quién sabe si mucho más.

Sólo aquí se han gastado más de cuatrocientos mil duros. Llamado también: peso duro. Moneda equivalente a 5 pesetas. Así es que todo el ejército de Colombia bien puede haber costado un millón de pesos en los meses de este año, sin contar la raciones, que casi todas las ha dado el pueblo. Bien lo merece este bello ejército, y yo espero dos millones de pesos de Inglaterra para completar su paga sin dejar nada de atrasados.



Usted verá el decreto que le acompaño sobre el Alto Perú: los de Buenos Aires desean lo mismo que aquellas provincias: todos quieren que se consulte la voluntad del pueblo, por lo que no he tenido inconveniente en ello: al contrario, yo lo deseaba más que nadie, pero como no me hallaba expresamente autorizado por el Congreso, no lo había hecho antes. En el día he dado este decreto por manifestar mi complacencia hacia el Río de la Plata, hallándome persuadido de que ningún le resultara al Perú de este paso liberal.

Tenga usted la bondad de entenderse con el gobierno de Lima, con respecto a los tres mil hombres que deben ir al Istmo, pues probablemente yo estaré en el Alto Perú cuando llegue la resolución de usted: los buques deben venir del Callao pues por estas costas hay muy pocos, siendo hasta ahora el comercio de poca monta, no habiendo permitido antes los españoles la apertura de estos puertos.



He visto con mucho gusto en un artículo del Morning Chronicle el reconocimiento de Colombia y México, ofreciendo para después el de Buenos Aires. Con respecto a Chile, dice que no tiene buenos informes el gobierno inglés, y del Perú y Guatemala no dice nada; ya dirá después de Ayacucho, que es un excelente negociador y un gran principio de orden político. También he visto con infinito gusto lo que dice de usted Mr. de Mollien.5 A la verdad la alabanza de un godo servil, embustero, con respecto a un patriota que manda una república, no deja de ser muy lisonjero. El que dice que usted tiene talentos rarísimos de encontrarse. Esto es de un europeo que presume de sabio: que le pagan para que acredite a los nuevos estados. Mucho me he alegrado del sufragio que usted ha merecido de este caballero. Lo que dice de mí es vago, falso e injusto. Vago, porque no asigna mi capacidad; falso, porque me atribuye un despren
5)
General Manuel Félix Fernández, llamado Guadalupe. Político mexicano (1786-1843). Primer

presidente de la República de México (1824-1829).
6)
Llamado también: peso duro. Moneda equivalente a 5 pesetas. Así es que todo el ejército de Colombia bien puede haber costado un millón de pesos en los meses de este año, sin
7)
Llamado también: peso duro. Moneda equivalente a 5 pesetas.

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