San Cristóbal, mayo 25 de 1820.
Al señor General José A. Páez.
S.E. el Libertador ha visto con el más profundo dolor una representación en que el señor Coronel Blosett le hace presente: Que las tropas inglesas de su mando no reciben por ración sino una malísima carne, sin pan ni ron. Que mucha parte de ella está sin calzones y algunos sin ropa absolutamente. Que la moneda en que se les paga no corre, sino con un descuento espantoso, que hace casi nulo su valor; y últimamente, que los víveres mandados venir de Angostura para su subsistencia, como son la harina y el ron, se venden escandalosamente en El Caujaral por el Comandante Mora.
S.E. siente tener que hacer prevenciones a US. sobre cada una de estas quejas, que pudiera US. mismo haber remediado; pero ya que han llegado hasta él y mereciendo todas ellas la más seria atención del Gobierno, me manda diga a US.:
1º Que espera S.E. tome US. el más vivo interés en aliviar, por cuantos medios sean posibles, los padecimientos de los ingleses, dándoles con preferencia el vestuario que necesitan, las pagas y toda especie de protección.
2° Que no habiéndose remitido a su ejército harina y ron, sino con el fin de que tengan aquellas tropas una subsistencia más cómoda y conforme a sus costumbres, dé US. órdenes muy estrechas y positivas para que sólo ellas sean mantenidas con lo que venga de Angostura.
3º Que castigue US. severamente y haga reparar al Comandante Mora todo lo que haya dilapidado o vendido de aquellas provisiones, siempre que después de una escrupulosa y rigurosa averiguación y examen de sus cuentas, resulten verdaderos los manejos de que es acusado.
4º Que en adelante se encargue de todas las provisiones que vengan, al hombre más de bien que haya y que se haga su administración y distribución con todo el orden, arreglo y economía necesaria para evitar los gastos y socorrer al mismo tiempo aquellas tropas. El señor Intendente de la Provincia servirá muy útilmente en esto, dejando el arreglo de esta administración a su inspección.
5º Que publique US. bandos, imponiendo multas graves y aun penas corporales (en último caso) contra los que rehusaren admitir la moneda corriente en esa Provincia; pero que no siendo de ningún valor estas publicaciones si no se vela sobre su observancia para aplicar las penas a los infractores, tome US. sus medidas y vele US. mismo sobre su exacto cumplimiento.
Lo comunico a US. de orden de S.E. para su inteligencia y cumplimiento.
Dios, etc.
PEDRO BRICEÑO MÉNDEZ
* De un impreso moderno, O’Leary, "Memorias", tomo XVII, págs. 201-202.
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