Cañafístolo, mayo, 18 de 1819. 9º
Al señor General Santander.
Oportunamente he tenido la satisfacción de recibir los diferentes oficios de usted fechas 9, 22 y 23 de abril y 5 del corriente. Quedo impuesto de sus contenidos.
He celebrado infinito las ventajas que ha alcanzado usted sobre la división enemiga que amenazaba esa provincia. La conducta prudente de usted ha salvado el país de la invasión, ha asegurado la suerte de la división de su mando y ha destruido al enemigo, introduciendo la deserción en sus tropas y haciéndoles perder la moral sin aventurar un combate. Doy a usted las gracias por todos estos sucesos, que aunque pequeños, son preliminares seguros de otros más completos y decisivos.
El ejército español de Venezuela ha sufrido una suerte igual al que amenazó a usted. Después de haber perdido casi toda su caballería en multitud de combates parciales, siempre decidí dos a nuestro favor, y después de haber disminuido su infantería en una tercera parte, por lo menos, entre muertos, desertores y enfermos, se ha retirado Morillo con bastante precipitación.
Desgraciadamente yo me hallaba sobre Nutrias cuando emprendió su retirada y no pude sacar ventaja de la falta que cometió dividiendo su ejército en tres cuerpos que tomaron todos distintas direcciones. Morales, a la cabeza de uno, marchó por San Fernando para Calabozo; Morillo con otro pasó el Apure por Ruendes y marchó hacia la Guadarrama, y el tercero se dirigió a Barinas, con el objeto de reforzar a Latorre que defiende el territorio que ellos ocupan en esta provincia. Por aguardar la reunión de nuestro ejército que obraba en dos columnas, por observar estrictamente el plan de operaciones que tenía concertado con el señor general Urdaneta, por esperar los caballos que fue a traer el señor coronel Pérez, he permanecido hasta ahora sin pasar el Apure. Pienso hacerlo pronto y buscar a Latorre donde quiera que esté. Si admitiese la batalla, nuestro triunfo no es dudoso.
Si la rehúsa, entonces ocuparemos toda la provincia de Barinas, que nos dará soldados para reponer nuestras pérdidas y aumentar nuestra infantería y recursos de todo género.
La urgente necesidad de caballos que tiene el ejército me obligó a conferir al coronel Pérez la comisión de que me habla usted en su oficio del 5. Como yo no solamente ignoraba que fuese odioso, sino que creía que fuese amado en esa provincia, y como ninguno tiene los conocimientos que él en el país a que lo destiné, me pareció preferible a cualquiera otro. Lo que usted me informa, y el resultado de la comisión, me han desengañado. Ni hombres ni caballos ha traído. Parece que no reclutó los primeros, y los segundos se han perdido antes de llegar al ejército. Al fin tengo que comisionar otro, con el objeto sólo de buscar los caballos, porque el verano extraordinariamente largo, la continua fatiga en que han estado en todo él y el desorden de las emigraciones, han destruido casi del todo la gran caballada de este ejército. Los pocos que quedan necesitan empotrerarse para que puedan servir en otras campañas. Sólo una necesidad tan urgente me determinaría a disponer de las propiedades de Casanare.
Dios, etc.
BOLÍVAR.
* De un impreso moderno. Carta a Santander, vol. II, fol. 23 - 24.
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