San Cristóbal, mayo 1° de 1820.
Al Vicepresidente de Colombia.
Las comunicaciones que el señor Zea hizo al Excmo. señor Libertador, desde esa capital, antes de partir a su misión, le imponen que el señor General Mariño estaba previsto para ser nombrado Agente de Colombia, cerca del Gobierno de los Estados Unidos del Norte de América. S. E. no cree que el señor General Mariño sea capaz de desempeñar aquel difícil encargo, y quiere por el contrario que venga al ejército, conforme a las órdenes que anteriormente había librado, que se repitieron después, y que no debieron ser suspendidas ni contradichas de ningún modo.
Como el señor Zea está autorizado por sus instrucciones para nombrar el Agente que debe quedar en el Norte, el Libertador encarga a V.E. que en primera ocasión le manifieste cuan poco conforme es a sus deseos y a los intereses de la República este nombramiento en la persona del señor Mariño: que S.E. prefiere aun al español Torres, encargado ahora de nuestros negocios, antes que la nueva elección que piensa hacerse.
Estando V.E. encargado muy particularmente de nuestras Relaciones Exteriores, será V.E. quien hará al mismo señor Zea la protesta de que S.E. no pasará ningún tratado ni paso que dé fuera de los poderes e instrucciones que S.E. le confirió.
Por una carta del señor Vergara al Gobierno de Cundinamarca, ha visto S.E. que nuestros Agentes en Londres han empezado a comprometer la República contra nuestros intereses y contra los de todas las Naciones, concediendo privilegios y gracias odiosas y perjudiciales al comercio y a núestras rentas, tales como la rebaja de derechos en nuestras Aduanas.
S.E. desea que les haga V.E. saber, tanto a aquellos enviados corno al señor Zea; primero, que no pasará S.E. tratado ni estipulación alguna que conceda privilegio o disminución de derechos que no sea común, recíproca y relativamente igual para todos. Segundo, que la igualdad, en cuanto sea posible, y la reciprocidad más estricta, deben ser la base de nuestros tratados. Tercero, que S.E. está resuelto a sepultarse entre las ruinas de la República, antes que perder los derechos o ventajas que ella tiene o tendrá. Cuarto, que quebrantar estos principios es comprometer la suerte del Estado a nuevas vicisitudes.
De orden del Libertador lo comunico a V.E. para su cumplimiento.
Dios, etc.
PEDRO BRICEÑO MÉNDEZ
* De un impreso moderno, O’Leary, "Memorias", tomo XVII, págs. 149-150.
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