El Rosario de Cúcuta, 1° de agosto de 1820.
Al señor coronel Mariano Montilla. Mi querido amigo:
Recibí anoche la interesante correspondencia del 20 de julio que trajo el oficial portador salido de Turbaco [1] en esta comisión. Todo me parece bien.
Es imposible que yo vaya por ahora a Cartagena, porque estoy esperando de un momento a otro a Juan Toro y a Francisco Linares [2] que vienen a tratar de paz conmigo, por orden del gobierno español. Duarte y Cires han ido a Guayana con la misma comisión. Luego que haya oído los emisarios veré si me puedo desprender de aquí y volaré allá.
¡Por Dios! organicen Vds. las rentas de las provincias de Cartagena y Santa Marta y que se impongan 33% a las mercancías que entren en el país. Irán ciento treinta mil pesos y ahora repito la misma orden; añadiendo que vaya harina para la escuadrilla; pero en Honda no hay champanes [3]: así manden volando cuantos haya en el Magdalena con cuantas armas y municiones puedan disponer, papel, hierro y lo más que haya pedido Santander, por la infinita falta que hacen estos renglones.
En cuanto a armas diré: que lo que más importa es armar un batallón en Mompox, bien o mal disciplinado, para que penetre al Valle Dupar por Chiriguaná y Tenerife. Montesdeoca puede mandar esta expedición. Mientras tanto ordeno a Mompox que mande 200 hombres armados a Chiriguaná a unirse al teniente coronel Ramos, que debe allí tener cerca de 200 hombres. Este es un excelente oficial, y ya tiene la orden de marchar al Valle con estas tropas y Montesdeoca con el resto podrá penetrar, por Tenerife, al mismo destino. Es preciso que la provincia de Santa Marta se ocupe plenamente, para que quede tranquila. Estas mismas tropas servirán en el verano para otras operaciones. Haga Vd. que, por todas vías, le entren destacamentos a la provincia de Santa Marta para que la reduzcan al deber, ahora que es tiempo. Las tropas de Lara ni las de Córdoba, ni las de Honda no deben emplearse nunca en guerrillas, porque se estropean y enferman inútilmente.
Si no hay tropas en Mompox disponibles que vayan cualesquiera otras a la operación del Valle, y así lo ordeno a los jefes militares. Al Valle debe ir también una compañía de caballería, o el cuadro de ella al mando del capitán Bolívar, o de otro buen oficial de los que he mandado en cuadro para el regimiento de Antioquia ya reunido con Córdoba. Este bravo oficial, se entiende Córdoba, debe obrar donde sea más urgente, y más importante, sea en Cartagena o en Santa Marta, pero no en la línea contra la plaza, la cual no confío sino a Vd., por su importancia y por la habilidad que requiere una operación tan ardua. Córdoba debe mandar donde haya más enemigos, o donde haya más que hacer. Lara y sus tropas deben seguir a tomar a Maracaibo inmediatamente que sea posible.
Mande Vd. levantar tropas en las sabanas del Corozal para defenderlas, y en todas las orillas del Magdalena para abrir la provincia de Santa Marta; no debe quedar un fusil sin destino; y luego que no haya necesidad de más tropas, mande Vd. a lo interior todos los fusiles que vengan, mandando dos o trescientos a Ocaña.
Yo no creo que D’Evereux traiga 400 hombres, pero, de todos modos, que obre en la costa desde Maracaibo a Portobelo. Si son pocos pueden incorporarse sin peligro a la división del mando de Vd., y si no, licenciarlos a todos, sin excepción de oficiales y jefes. Estas tropas también pueden intentar sobre la plaza un ataque audaz y temerario, por la parte de Santa Domingo, llevando escalas pequeñas y ejecutando el movimiento antes de amanecer. Este golpe podría verificarse en buques menores, y por supuesto sin amenazar por aquella parte y alejando toda idea que hiciese sospechar el proyecto. No siendo esto practicable combine Vd. otro con D’Evereux que sea más fácil.
En ningún caso D’Evereux debe mandar más que su legión, ni con Vd. ni con Lara, y sólo debe seguir los movimientos de las divisiones a que esté reunida dicha legión; y, en caso de que cometa e’rcesos o actos de insubordinación, castigarla severísimamente, o disolverla absolutamente, y siempre está Vd. autorizado para esto último, pues estoy cansado de tales extranjeros, y la misma orden comunicará Vd. a Lara. Mas, por su propio honor, debemos intentar algo sobre la plaza con los irlandeses, y si no sobre otra parte.
Ofrezca Vd. del modo más fino y sagaz hasta el valor de cien mil duros al individuo que proporcione la toma de la plaza de Cartagena, o un grado militar hasta coronel; y si el sujeto es coronel el de general de brigada, siempre dándole una propiedad de cien mil pesos. Para llenar este objeto puede servir muy bien de pretexto el armisticio que me ha pedido Morillo. Diga Vd. que ha recibido con esta fecha, orden de suspender las hostilidades y pida Vd. un parlamento, y con diferentes motivos como demarcaciones, términos y condiciones, que vengan parlamentarios de la plaza a fin de intentar ganar algunos de ellos con tan brillantes recompensas. Vea Vd. si se puede ganar siquiera el oficial de guardia de San Felipe, o al de la Media Luna, o el de la puerta de Santa Catalina, y si no algún otro punto de la bahía o Boca Chica. Si algún individuo de éstos proporciona la toma de la plaza tendrá la misma recompensa.
Puede Vd. asegurar que Morillo me ha escrito tratándome de presidente, y que el parlamentario Herrera [4] me ha asegurado que Morillo tiene orden de hacer la paz con nosotros de todos modos y de reconocer la república. Con estas noticias, que son ciertas, puede Vd. adelantar mucho la negociación con algún criollo godo, o con algún español que quiera quedarse entre nosotros. Mi intención es no hacer la paz hasta que no hayamos tomado a Quito, que se hará en todo el año; pues Valdés está en marcha para allá sin obstáculo ninguno. Así Vd. debe apurar esos enemigos hasta el extremo, porque parece que pretenden no reconocer más territorio de la república que el que ocupemos al tiempo de firmar la paz; y ellos cederán tanto más fácilmente cuanto más apurados estén.
No sé nada de Lara desde el 11 del pasado en Marchena. Supongo que habrá batido las tropas del Valle, y después quién sabe a dónde se dirigirá a causa de la estación y de las circunstancias en que se vea. Supongo que si bate las tropas de Lima se irá a Maracaibo, siempre que no haya recibido mis últimas órdenes y si no ha batido a Lima [5] lo perseguirá hasta destruirlo.
Soy de Vd. afmo. de corazón.
BOLÍVAR
* De un impreso moderno. Simón Bolívar, "Obras Completas", tomo I, págs. 484-486.
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