Pamplona, 17 de febrero de 1820.
Al General Santander.
He dado orden al General Valdés para que siga a Santa Rosa y que allí espere nuevas instrucciones. Con esta división, que en el día no tiene más que mil infantes por las enfermedades y deserciones, y el batallón de Albión, los Guías y cuanta tropa veterana y disciplinada podamos reunir, pienso mandar al Sur una expedición de 500 hombres por lo menos. Imagine V.E. cuantos arbitrios se deben emplear para preparar cuanto necesitemos para llenar nuestro objeto. Dinero para pagar la división de Valdés; ropa para ella y para los demás cuerpos que hayan de seguir. Todas las municiones de boca y guerra, bagajes en mucha abundancia, y todo sin dilación, para auxiliar prontamente a los patriotas del Cauca, y que no se haga el enemigo de todos nuestros caballos por aquella parte.
Creo que se debe recurrir a todos los recursos para que no nos falte nada, y si fuere útil podría V.E. decir que mi intención es mandar un grande ejército a Quito, y que es indispensable hacer grandes sacrificios en esta ocasión.
Los batallones de Valdés necesitan de aumentarse, sea con reclutas de Cundinamarca o Neiva. Traemos fusiles sobrantes para aumentar ochocientos o mil hombres más; y por consiguiente, no debemos contar con la multitud de desertores que deberemos tener; así el doble de reclutas no será mucho.
Gorras de suela para la división de Valdés, porque las que trae son de paño, y estarán rotas para cuando lleguen a esa capital; escarapelas para todos, y lo más que V.E. crea conveniente preparar.
Que los Guías marchen volando a Neiva, a impedir que algún cuerpo enemigo se apodere de los recursos que allí tenemos, y que se le mande vestir o vestidos. Que el batallón de Albión siga igualmente, tan pronto como pueda, el mismo movimiento y para el mismo efecto.
Yo marcharé hoy por Soratá a dirigir la expedición de Ocaña y siguiendo después por el Socorro me dirigiré a Soatá y de allí a Bogotá, donde estaré muy pocos días; pero en los cuales espero ver salir la expedición del Sur.
Estoy tomando y tomaré todas las medidas necesarias para la defensa del Norte. Disputaremos el terreno palmo a palmo, y estoy persuadido que el más grande ejército será destruido de este modo, mientras que el General Páez vuela a tomarle la espalda.
Dios, etc.
BOLÍVAR
* De un impreso moderno, O’Leary, "Memorias", tomo XVII, págs. 76-77.
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