Al Excmo. señor Vicepresidente de la República.
Tengo la satisfacción de incluir a V.E. tres copias de las comunicaciones que he recibido del enemigo, y de la contestación que he dado.
No habiendo llegado aún ninguno de los emisarios del General Morillo, ni sabiendo las proposiciones de que vengan encargados, he creído conveniente señalar decisivamente el principio en que deben fundarse para ser admitidos. Este es el mismo que he dado a V.E. antes para nuestras negociaciones exteriores, y el mismo que la República ha proclamado, y jurado solemnemente seguir, en la declaratoria de Venezuela dada el año de 1818.
Es regular que al tiempo que se dirige Morillo a mí, lo haya hecho también a V.E. para sorprenderle y obtener una respuesta que nos sea desfavorable, aunque no sea sino por lo discorde de ellas. Se dice que Duarte ha pasado a esa capital con esta misión, mientras que Iturbe y Linares vienen cerca de mí. Me prometo que V.E., conformándose a la regla que he dado en mis comunicaciones anteriores, y a los deseos que he manifestado de concluir personalmente esta negociación, habrá esperado consultarme para responder, o habrá por lo menos referido su contestación a la mía. Esta conducta es indispensable, para no incurrir en contradicciones concediendo o negando uno, lo que otro niega o concede.
Con respecto al armisticio ofrecido, no puede ni debe aceptarse, sino en los términos que yo he señalado al General La Torre. Mientras no sepamos clara y distintamente que se trata de reconocer a Colombia como Estado independiente, libre y soberano, la suspensión de nuestras operaciones sería un verdadero y grave mal, cuando en todas direcciones las ventajas y la superioridad están de nuestra parte. Por preliminar, y mientras nos aseguramos de las intenciones de la España, basta que el ejército que mando yo inmediatamente admita el armisticio. Esta es la orden que he comunicado a los Jefes de los diferentes cuerpos de operaciones y V.E. la hará trascendental al Vicepresidente de Venezuela, para que se cumpla también en esa parte, previniendo que mientras no ordene yo expresamente lo contrario, no deben por ningún motivo cesar las hostilidades.
Reitero, insto y reencargo a V.E. que no se entre en tratado alguno con ningún Enviado español, bien emane su misión del Rey o Gobierno de España, bien de Morillo o cualquier otro Jefe español. Nada debe hacerse sin mi conocimiento y presencia estando yo en el territorio de la República, en el centro de nuestras relaciones y en disposición de ocurrir a donde quiera que fuere necesario.
Será muy conveniente que se impriman en El Correo del Orinoco las copias que incluyo a V.E. con algunas notas o ilustraciones que convenzan de la justicia nuestra, sin ofender la delicadeza y dignidad con que el enemigo ha hablado esta vez y con que he contestado.
Dios, etc.
San Cristóbal, julio 7 de 1820.
BOLÍVAR
* De un impreso moderno. O’Leary, "Memorias", tomo XVII, págs. 262-263.
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