Rosario de Cúcuta, junio 20 de 1820.
Al señor Doctor Juan Germán Roscio [1].
Mi querido doctor y amigo:
Hace mucho tiempo que no tengo el gusto de recibir cartas de Vd.: me será muy sensible que sus males sean la causa de su silencio, y que agravados éstos le impidan continuar en sus graves ocupaciones, principalmente en circunstancias como las actuales que presentan un porvenir próximo agradable y de grandes consecuencias.
Los últimos acontecimientos de España me parecen de la mayor importancia para ella y para la América, y espero un resultado decisivo y feliz para nosotros. El reconocimiento y juramento de Fernando VII de la constitución, hecho no por su voluntad sino porque el pueblo lo quiere y por el imperio de la necesidad, lo pone en la situación más difícil y peligrosa con respecto a él, y en una impotencia absoluta con respecto a Colombia. El ejército español, menos por amor a la libertad que por temor de una muerte cierta en países lejanos, ha querido más combatir allá por no ser embarcado para América, que en ella por la tiranía o por intereses que no conoce o de que no goza. Adoptará antes que embarcarse toda otra medida por desagradable o aventurada que sea, y preferirá ser degollado en España a prolongar su existencia algunos días en un país que ha sido el sepulcro de centenares de sus compatriotas. La parte pensadora de los españoles y adicta a los principios de libertad que proclamaron las cortes, ha aprovechado esta feliz oportunidad de aplicar el odio y repugnancia del ejército a dejar su país y lo ha convertido en instrumento para contener el poder absoluto del Rey y contenerlo en los límites de una monarquía moderada.
Yo veo al través de estos acontecimientos bienes y ventajas incalculables para la América del Sur. Los españoles sensatos y liberales, por la afinidad de sus principios con los nuestros, detestan la guerra que se nos hace; conocen, además, porque sienten el poder, la fuerza y la tenacidad que produce la libertad, que la España no tiene medios para sujetarnos y; el pueblo ni tiene interés en nuestra suerte, sea la que sea, ni quiere más que vivir en su tierra y no venir a América a morir, que es lo más esencial.
Cuantas inducciones nacen de estos principios las prevengo de oficio al ministro de Estado y escribo también largamente sobre lo mismo al Vicepresidente de Venezuela y le digo que manifieste a Vd. mi carta. Vds. allá meditarán bien detenidamente sobre esto, calcularán, examinarán y me participarán por la posta cuanto sea digno de atención.
Escribo también al general Soublette sobre nuestra actitud militar. Jamás ha sido tan imponente.
Escríbame largamente sobre todo, póngase bueno, bueno, y cuente Vd. con el afecto y amistad de
BOLÍVAR
Al margen con letra de Roseta: Recibida el 11 de agosto; contestada el 16 de id.
* De un impreso moderno. Cartas del Libertador, tomo XII, págs. 199-200 (Fundación Boulton).
RSS 2.0