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DOCUMENTO 1311. CARTA DIRIGIDA AL EDITOR DE THE ST. LAGO GAZETTE, CON UN ARTICULO ANEXO QUE FUERON PUBLICADOS EN INGLÉS EN EL N° 50 DE DICHO PERIÓDICO, APARECIDO EL 16 DE DICIEMBRE DE 1815. ES PRESUMIBLE QUE LOS ORIGINALES EN ESPAÑOL DE ESTOS DOCUMENTOS HAYAN SIDO REDACTADOS POR EL LIBERTADOR.*

To the Editor of the St. Lago Gazette.

Sir,

At a time when most men vacillate with respect to the South Americans, or regard their cause with coldness, you have expressed good wishes towards them, with liberality and decisión.

Should you, for the sake of the same cause, give a place in your Gazette to the enclosed remarks, you will oblige,

Sir,

Your most obedient humble servant

So much is the mercantile world engaged in the persuits of inmediate interest, that it naturally neglects, altogether, the contemplation of any causes that may, in degrees of the most extraordinary difference, enlarge or diminish its boundaries. Let us just now put aside any reflections of a political, or moral tendency, that may be excited, by discussing the consequences of the civil war now raging in the Spanish colonies - Yet, perhaps, having once looked on that Tragic Theater, the heart must instinctively be filled with the warmest impulses of indignation, pity and affliction; when the mind beholds millions of our fellow creatures, kneeling before their Crea-tor, imploring the divine aid to strengthen their arms, in a conflict against the most infamous tiranny that ever has appeared since the era of the Pharahos [sic]. Let us, if possible, be divested of such honest sympathies and condolements for suffering man, and en-deavour to calcúlate the proceeding, with the intentions of mer¬cantile profit. The provinces of South America, once delivered from the unjust power of the oíd country, will, among their first cares, turn to the establishment of such regulations as will be required by a free people for the stimulation of those exertions of industry, which alone can maintain, with any certainty, the possession of freedom. Trade, in such States, must be conducted with no views of monopoly; the abominable doctrine must be abolished, of the right of the sovereign, or of any corporate or copartnership bodies, having the sanction of the law, to acquire privileges that may exclude the rest of a people from the enjoyment of the resources which nature has given, in any branches of agriculture, or trade: prohibitions of export and import will be at end, except only so far as modified by such protections as may be requisite to act advantageously, for the improvement of the property of the public. Restraints, then, as in the commercial code of British laws, opérate as salutary encourage-ment to general good. Is this vain speculation, am I obtruding the dreams of More and Fenelon? The United States, if they go on as they are in progress, will, in fifty years, have a population of thirty millions, and a million of seamen — what is consistent with the powers of men in one región, is not absolutely impossible in another. For, in defiance of the unnatural system of Oíd Spain, her colonies, in the midst of despair and contumely, had acquired, before the commencement of the present fatal warfare, a population of four-teen millons; this Humboldt has stated from such authentic docu-ments, as make it likely to be more under than over the truth: reléase them from their chains — in their place, enforce every law that the experience of fortúnate nations so amply unfold, that the pages of writers, sanctified by universal approbation, have inculcat-ed, and South America, may rival, in numbers and in strength, any of the most favoured communities. Even this year were a well regulated government decidedly fixed over the minds of the people of these colonies, such innumerable calis of traffic would be issued into Kingston and Great Britain, that not even our existing sources of manufacture would supply. The demand would grow with the growing numbers; and, in the period of fifty years, Great Britain would find, in the extraordinary increase of her population, the main-spring of such aggrandisement, flowing in large streams from the Spanish colonies. Great Britain and Ireland, once under the same shield of universal protection, which opens the lands, as well as the sea, to the legitímate operation of self-interest—would in the same space of time have not less than thirty millions of population.— This opinión leads me again to my assertion respecting the Spanish colonies, and, wherever the thought is turned, on every side will arise observations of the easíest explained conception, to enforce the commanding propriety of encouraging a good government in that country: the nursery of the most unbounded advantage to Great Britain. What is most to be apprehended is that, when the rightful energy of the inhabitants has expelled the impious invaders, they will quarrel among themselves, and have another course of massacre and devastation to undergo on the course to eventual tranquillity; —but the example of confederation with all its defects has been tried, and can surely adopted in South America, in such a manner as to secure concentrated representation.

TRADUCCIÓN

Al Editor de "The St. Lago Gazette".

Señor:

En un tiempo en que muchos hombres vacilan con respecto a los suramericanos o miran con frialdad su causa, Ud. ha manifestado buena voluntad hacia ellos con liberalidad y decisión.

Si Ud., en favor de dicha causa, da cabida en su Gaceta a las observaciones anexas, le quedará muy agradecido,

señor,

su muy obediente y humilde servidor

Tan dedicado se halla el gremio mercantil al fomento de sus inmediatos intereses, que de un modo natural descuida enteramente considerar cualesquiera causas capaces de ampliar o disminuir sus límites en grados de la más extraordinaria diferencia. Pongamos ahora a un lado toda reflexión de carácter político o moral que pueda suscitarse al debatir las consecuencias de la contienda intestina que actualmente hace furor en las posesiones españolas. Aunque tal vez al haberse asomado una vez a tan trágico espectáculo el corazón tiene que haberse llenado instintivamente de los más ardientes impulsos de indignación, piedad y aflicción; cuando se piensa en millones de seres humanos postrados ante su Creador, implorando la ayuda divina para fortalecer sus armas o brazos [1] en su combate contra la más infame tiranía que jamás ha existido desde la era de los Faraones. Despojémonos, si ello es posible, de unos sentimientos tan sinceros de simpatía y commiseración hacia quienes sufren, y esforcémonos en calcular el proceso desde el punto de vista del beneficio comercial. Las provincias de América del Sur, una vez libertadas del injusto dominio de la metrópoli tendrán entre sus primeras atenciones el establecimiento de los reglamentos que un pueblo libre requiere para estimular las actividades de la industria, únicas capaces de sostener con alguna firmeza la posesión de la libertad. El comercio, en dichos Estados, ha de ser ejercido sin miras de monopolio; debe ser abolida la abominable doctrina que concede al soberano, o a cualesquiera corporaciones colegiadas o compañías establecidas por la ley, el derecho de adquirir privilegios que excluyan al resto de un pueblo del disfrute de los bienes que la naturaleza prodiga, en cualquier rama de la agricultura o del comercio: se acabarán las prohibiciones de exportar o de importar excepto tan sólo, en la medida en que sean modificadas por las disposiciones protectoras requeridas a fin de promover ventajosamente el bien público. Las restricciones, entonces, como ocurre en el Código de Comercio británico, actúan a modo de saludable estímulo al bien común. ¿Es ésta una vana especulación, estoy resucitando inoportunamente los sueños de Moro [2] y de Fenelón [3] Los Estados Unidos [4], si continúan progresando como hasta ahora, tendrán dentro de cincuenta años treinta millones de habitantes, y un millón de marineros; lo que está al alcance del hombre en una región, no es absolutamente imposible en otra. Porque a pesar del desnaturalizado sistema de la decrépita España, sus colonias, sumidas en la desesperación y los ultrajes, habían alcanzado antes de comenzar la fatal guerra actual, una población de catorce millones de habitantes; así lo expone Humboldt [5], basándose en documentos los más auténticos, cálculos que probablemente estén más bien por debajo que por encima de la cifra exacta: quítenseles sus cadenas —en lugar de éstas, establézcanse todas las leyes que la experiencia de naciones más afortunadas ofrece tan ampliamente, que las obras de escritores sancionados por la aprobación universal han inculcado— y la América del Sur pueda rivalizar en número y vigor con las más favorecidas comunidades.

Este mismo año, inclusive, si la mente del pueblo de esas colonias se fijase decididamente en el establecimiento de un gobierno bien regulado, un número tan considerable de pedidos de mercancías serían dirigidos a Kingston y a Gran Bretaña, que ni siquiera nuestras fuentes de manufacturas existentes bastarían para proveerlas. La demanda crecería con el aumento de la población; y en un período de cincuenta años la Gran Bretaña encontraría, en el extraordinario incremento de su población, el resorte principal de su prosperidad manando en amplias corrientes desde las colonias españolas. Gran Bretaña e Irlanda, colocadas bajo la misma égida de protección universal, que abre las tierras, así como el mar, a la legítima acción del interés propio, tendrían en el mismo espacio de tiempo no menos de treinta millones de habitantes.—Esta opinión me lleva de nuevo a mi afirmación con respecto a las colonias españolas; y, adonde quiera que el pensamiento se dirija, de todas partes surgirán observaciones de la más fácilmente comprensible concepción, que convencen de la absoluta conveniencia de estimular un buen gobierno en ese país: almacigo de las más ilimitadas ventajas para la Gran Bretaña. Lo que es más de temer es que cuando la justa energía de los americanos haya expelido a los impíos invasores, aquéllos se disputen entre sí, y tengan que sufrir otro proceso de matanza y devastación en su marcha hacia la eventual tranquilidad; —pero el ejemplo de la confederación, con todos sus defectos, ha sido ensayado, y puede ser seguramente aceptado en América del Sur, de modo que se logre una representación concentrada.

* “PostScript to The St. Lago Gazette”, Jamaica, Vol. LXI, N° 50, del sábado 9 al sábado 16 de diciembre de 1815. Ese periódico se publicaba en la población de Santiago de la Vega (hoy Spanish Town) que era en aquella época la capital de la Colonia. En la página 2 del número citado, que apareció el 16 de diciembre de 1815, fueron publicados en inglés la carta al Editor, en la cual la firma había sido sustituida por tres asteriscos y el artículo anexo a la misma, sin firma. Es de suponer que ambas fuesen obra de la misma persona.

El Profesor William E. Atkinson, Director del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Glasgow (Escocia), en el Reino Unido, consultado por la Comisión Editora, expresa al respecto que la carta está escrita en un inglés correcto, y que el artículo es indudablemente una traducción, del español según se infiere; y agrega que tal traducción es tan diferente que ciertas frases carecen de sentido en inglés.

No se conoce el original español que sirvió de base para esa traducción. La Comisión Editora estima posible que dicho original fuese obra del Libertador, si bien para tener una seguridad absoluta sería necesario poder examinar dicho original, cuyo paradero, como se ha expuesto, es desconocido. A favor de la atribución de dicho artículo al Libertador (pero siempre con las reservas manifestadas) la Comisión Editora ha tenido en cuenta las siguientes consideraciones:

1° Este artículo obedece a un evidente propósito de suscitar simpatías y obtener ayuda a favor de la causa de la independencia hispanoamericana, con lo cual se halla en la línea de los demás que el Libertador escribió durante aquellos meses. En el que nos ocupa, se dirige directamente a los comerciantes británicos de la colonia —y, de un modo más general, a los de la metrópoli— a quienes se esfuerza en persuadir de que sus intereses económicos se verían muy favorecidos con la independencia de la Costa Firme. Como se recordará, Bolívar se había dirigido en esos días a varios comerciantes establecidos en Jamaica, solicitando su cooperación económica para organizar una nueva expedición con destino al Continente. Esta circunstancia explicaría la ausencia de firma en el artículo, ni siquiera un seudónimo (cuando otros los había firmado "Un Sur americano" - "A South American"; o "Un Americano", "El Americano") pues al Libertador, en el presente caso, no le convenía que el artículo pudiese ser atribuido a un hispanoamericano, sino que pareciese obra de un británico, con lo cual tendría mayor peso e impacto. A esta misma intención obedece la forma en que está redactado el artículo, cuando dice, por ejemplo, "The people of these colonies" (el pueblo de esas colonias [las de España]) o "not even our existing sources of manufacture" (ni siquiera nuestras [de la Gran Bretaña y Jamaica] fuentes de manufactura existentes), con lo cual se quiere dar la impresión de que el artículo era obra de alguien de la isla.

2° Dado que la afirmación del Profesor Atkinson —con la cual coincide totalmente la Comisión Editora— es rotunda en cuanto al hecho de que el texto del artículo publicado en The St. Lago Gazette es indiscutiblemente una traducción, y no podría haber sido en ningún caso escrito directamente en inglés, cabe preguntarse quiénes, en Jamaica, se hallaban entonces en condiciones de redactar un escrito de ese tipo en español. Desde luego, la Comisión no pretende conocer las actividades de todos los exilados hispanoamericanos en la isla durante aquellos meses; tampoco niega que un Ignacio Cavero, por ejemplo, pudiese tener capacidad suficiente para redactar un artículo periodístico; y, como él habría algunos más, pero muy pocos, sin duda. El caso es que ni de Cavero ni de otros hispanoamericanos entonces residentes en Jamaica se tiene noticia de ninguna actividad periodística, en tanto que de Bolívar son varios los escritos de esta clase que se conocen.

3° En el artículo que comentamos hay varias alusiones o menciones de carácter histórico o literario que, si bien no podían ser, naturalmente, una exclusiva del Libertador, coinciden bastante con lo usual en otros textos suyos de ese período. La referencia a "la era de los Faraones", por ejemplo, y la alusión a la Utopía de Tomás Moro o al Telemaco de Fenelón. Es, sobre todo, muy característico el recurso a Humboldt como fuente informativa sobre las condiciones demográficas de América.

4° Ciertas expresiones del artículo y de la carta que le precede coinciden con partes de la “Carta de Jamaica” o de otros artículos periodísticos de Bolívar en aquella época. Así, al comienzo de la carta, se dice "most men vacillate"; y en la Carta de Jamaica (pág. 216) "all men vacillate", que traduce "todos los hombres vacilan".

5° Aun cuando, como es sabido, nunca es posible conseguir una reversión totalmente exacta al idioma original de un texto que haya sido traducido, sin embargo muchas porciones del artículo, puestas en castellano, tienen un genuino toque bolivariano. Como ejemplo, léase: "Porque a pesar del desnaturalizado sistema de la decrépita España, sus colonias, sumidas en la desesperación y en los ultrajes, habían alcanzado, antes de comenzar la fatal guerra actual, una población de catorce millones de habitantes" reversión al español de: "For, in defiance of the unnatural system of Oíd Spain, her colonies, in the midst of despair and contumely, had acquired, before the commencement of the present fatal warfare, a population of fourteen millions".

La conjunción de todos estos argumentos ofrece bases para considerar como posible la atribución de la paternidad de esos textos al Libertador. Sin embargo, la ausencia de una prueba concluyeme, como lo sería el texto original, en español, del artículo y de la carta, no permite llegar a conclusiones definitivas. Es así que la Comisión Editora ha acordado incluir en el presente volumen los textos en inglés y una versión al español hecha especialmente para esta Colección, pero con las advertencias siguientes:

a) Tal inclusión se hace a fin de dar a conocer a los estudiosos del tema bolivariano dichos textos, sin que se entienda que por ello la Comisión Editora los considera definitivamente obra del Libertador. Tal atribución en firme sólo podría hacerse al aparecer nuevos elementos de juicio, y en especial el original en español dictado o escrito por el Libertador.

b) En todo caso, al utilizar estos materiales, debe tenerse siempre en cuenta que no nos hallamos ante expresiones textuales del Libertador, sino ante la traducción (de mediocre calidad) al inglés de un texto castellano que pudo ser suyo. Tampoco la versión al español elaborada especialmente para esta Colección tiene la pretensión de haber acertado a reflejar siempre —ni siquiera en la mayoría de los casos— las expresiones que pudo usar el Libertador. Se trata tan sólo de un texto muy aproximado en sentido general. Con todas las salvedades y consideraciones que anteceden, la Comisión Editora cree hacer un servicio a los estudiosos bolivarianos al recoger aquí estos textos, con la esperanza de que su análisis por la crítica especializada pueda sacar un día alguna conclusión más firme.

Notas

[1] "Arms" en inglés, puede significar en castellano "brazos" o "armas". Aquí parece corresponder mejor a lo segundo.

[2] Moro. El político y escritor inglés Thomas Moro (1478-1535) autor de la célebre obra Utopía, a la cual alude aquí muy probablemente el Libertador.

[3] Fenelón. El sacerdote francés Francois de Salignac de la Mothe Fenelón (1651-1715), autor de Les Aventures de Telemaque, obra a la cual se refiere probablemente Bolívar.

[4] Los Estados Unidos de Norteamérica.

[5] El sabio prusiano Alejandro de Humboldt.

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