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DOCUMENTO 5120. OFICIO DE BOLÍVAR PARA MORILLO, FECHADO EN CARACHE EL 3 DE NOVIEMBRE DE 1820, EN EL CUAL INSISTE QUE PARA UN TRATADO DE REGULARIZACION DE LA GUERRA, DEBEN SER ADMITIDAS SUS PROPOSICIONES, Y QUE RESULTA ULTRAJANTE LA PRETENSIÓN DE MORILLO DE QUE COLOMBIA SE SOMETA A ESPAÑA.*

Carache, 3 de noviembre de 1820.

Señor general don Pablo Morillo. Excelentísimo señor:

Me es bien sensible verme obligado a responder a V.E. sus notas de 20 y 29 del próximo pasado. Yo había procurado desentenderme de las pretensiones que por el órgano de V.E. manifiesta aún el gobierno español, pero es al fin indispensable contestar los asertos ultra­jantes del reconocimiento de la ley fundamental de la monarquía española, que V.E. pronuncia todavía, a pesar de nuestras repetidas declaraciones y de diez años de encarnizados combates. Parece que V.E., o su gobierno, se olvida de la causa de esta guerra, cuando se atreve a proponer la sumisión de Colombia a un pueblo enemigo y vencido por nuestras armas.

Sin duda V.E. padece un error en suponerme presidente del congreso de Guayana. Si V.E. tiene que dirigirse al presidente del congreso, puede hacerlo a Angostura, al honorable señor Fernando Peñalver. Yo soy el presidente de Colombia, encargado del poder ejecutivo de la república.

V.E. asegura que alguna de mis proposiciones no pueden convenir a los intereses de la nación española, ni se considera autorizado para admitirlas. Debo declarar a V.E. que si alguna de mis proposiciones, hechas únicamente por armonizar la paz, no conviene a la nación española, menos convienen ninguna de ellas a la nación colombiana, puesto que su único anhelo es expulsar de su territorio a sus enemigos.

En cuanto a la paz y unión que tanto desea el gobierno constitucional de la monarquía, responderé: que la paz es nuestro más ar­diente voto, como la unión con la España nuestro más cruel supli­cio; porque sin la independencia, la guerra y aun la muerte misma nos es más dulce que la amistad con nuestros destructores.

"Necesitamos —dice V.E.— suspender las armas para entendernos". Nada es más justo; pero nada veo tan distante, cuando V.E. opone reparos a mis demandas, equitativas y sobradamente modera­das. Por lo mismo, yo conceptúo que el armisticio no tendrá lugar, porque lo que se supone contrario a la nación española es lo que conviene a la colombiana.

Y ya que esos señores diputados de V.E. son tan dignos de emplear sus buenos oficios en favor de la humanidad, suplico se sirva dirigirlos a mi cuartel general, autorizados plenamente por V.E. para que concluyan con el gobierno de la república un tratado, verdade­ramente santo, que regularice la guerra de horrores y crímenes que hasta ahora ha inundado de lágrimas y de sangre a Colombia, y que sea un monumento entre las naciones más cultas, de civilización, liberalidad y filantropía.

Desearía poder acompañar a V.E. en el sentimiento que le han producido los grandes perjuicios que se han seguido ya a la causa de su nación, desde que empezaron las negociaciones; perjuicios —añade V. E.— de mucha trascendencia, que pesan sobre su responsabilidad. V.E. lo ha dicho, y yo no me atreveré a contradecirle.

Me da V.E. la mayor satisfacción en continuar sus operaciones porque es el medio más eficaz de terminar la guerra.

Tengo el honor de comunicar a V.E. el recibo de sus notas oficiales de 20 y 29 del próximo pasado.

SIMÓN BOLÍVAR

* En el archivo no existe el borrador original. De un impreso moderno Simón Bolívar, "Obras Completas", tomo I, págs. 503-504.

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