Angostura, diciembre 18 de 1819.
Al Excmo. señor Vicepresidente de Cundinamarca. Excmo. señor:
El 11 a las diez de la mañana llegué a esta capital, habiendo dejado el ejército de Occidente a las órdenes del señor General Páez, a quien repetí que no comprometiera acción con el enemigo, a menos que fuese muy inferior, y estuviera seguro de destruirlo sin sufrir una pérdida considerable; que observara los movimientos del enemigo y que estuviese pronto con el ejército de su mando para obrar luego que yo llegue a Apure con el ejército de Oriente. Este pasa de 3.000 hombres de todas armas, y debe haber llegado hoy a Santa Clara para seguir inmediatamente a San Fernando de Apure, en la escuadrilla sutil, que dio ayer la vela para Santa Cruz en la orilla izquierda del Orinoco, donde debe embarcarse. Así es que probablemente luego que estén reunidas todas las Divisiones, el ejército no bajará de 9 a 10.000 hombres, inclusos los 3.000 reclutas que he traído de la Nueva Granada, y abriré la campaña de Occidente.
Ayer dio la vela el señor Coronel Mariano Montilla para la isla de Margarita, para obrar sobre las costas de Venezuela y de la Nueva Granada con la expedición del mando del General D’Evereux, de la que han llegado algunos cuerpos, que según los últimos partes, alcanzan a más de 1.000 hombres; pero cada día esperan allí el resto. En la copia de las instrucciones que di al Coronel Montilla, que incluyo a V.E., están consignadas las órdenes que debe ejecutar. Además de los 30.000 pesos que lleva en efectivo, lo he autorizado para que pueda disponer de 20.000 más, y le he encargado especialmente que obre sobre las costas granadinas, pues es la operación que, en mi concepto, puede ser más ventajosa y la que dará resultados de una gran consecuencia y utilidad a la República. Mucho me prometo de la operación que va a ejecutar el Coronel Montilla, tanto por su actividad, conocimientos y valor, como por la clase de tropas y lugares por donde va a obrar. El enemigo, atacado a la vez por el interior y por las costas, va a verse en una situación bien difícil; pues aun cuando el Coronel Montilla (si no ha llegado el contingente para obrar activamente), no haga más que incursiones repetidas y rápidas por diferentes puntos, llama la atención del enemigo, lo obliga a cubrir los puntos atacados o amenazados, y a diseminar una parte por lo menos de sus fuerzas, aprovechándome yo de la menor oportunidad o ventaja para destruirlo, asegurando así la libertad de Colombia. ¡Ojalá que la campaña de Venezuela que voy a abrir sea tan feliz como la de Cundinamarca!
Aunque no me prometo ningún mal suceso de las tropas que obran en Cúcuta, deseo tener noticias de allí, y las espero con ansia. Creo que no pasarán cuatro o seis días sin que salga de esta inquietud; y dentro de tres marcho al Apure.
Luego que el Gobierno recibió el dinero que remití de Cundinamarca, nombré varios comisionados de absoluta confianza, para que se encargasen de comprar fusiles y vestuarios. En efecto, salieron los señores Hamilton para San Tomas y Alderson para los Estados Unidos del Norte, con poderes suficientes para contratar y conducir cuantos pudieran, llevando el primero 36.000 pesos y 10.000 el segundo, para adelantarlos a cuenta de esta negociación. De un momento a otro se espera al señor Hamilton, que ha pedido convoy desde San Tomas al Almirante, según participa éste. Es muy probable que esté ya en el río o en sus inmediaciones. En el momento que llegue marchará un oficial de confianza conduciendo a la Nueva Granada cuantos fusiles y demás elementos traiga. Hamilton. Entonces recibirá también V.E. papel, pues aquí no hay actualmente este artículo. Supongo ya organizados y disciplinados los cuerpos que previne a V.E. levantara en la Nueva Granada. Lo reencargo ahora, pues muy pronto tendrán las armas que les faltan. V.E. conoce la necesidad de esta medida.
Dios, etc. Excmo. Señor.
BOLÍVAR
* De un impreso moderno. O’Leary, tomo XVI, págs. 569-570. Cartas a Santander, tomo II, pags. 88-89.
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